23 de julio de 2010. Hoy se
toma una decisión. La decisión, no definitiva, pero muy importante, para el
futuro de un puñado de jóvenes suertudos, que han tenido la oportunidad de
presentarse a un programa televisivo, para ver quién es el mejor cantante entre
todos ellos. Ver quién puede más, y apreciar cómo los demás se derrumban entre
lágrimas y sollozos, abrazando a sus familiares y amigos, y volviendo a casa
con las manos vacías, sin nada. Tanto esfuerzo para no conseguir nada a cambio.
Bueno, tal vez sí que consigan algo, se llevan a casa una experiencia
inolvidable para el resto de sus vidas, y de los que les rodean. Podrán decir:
Yo participé en Factor X. Yo canté frente a Simon Cowell, frente a Katy Perry.
Y eso no se lo puede quitar nadie. Pero claro, el premio sólo se lo llevará un
ganador, un único y exclusivo concursante.
Hoy se eliminan a un montón,
excepto a unos cuantos, que irán a la Casa de los Jueces. Los que sobresalgan
por encima de los demás. Un número muy reducido de concursantes que aprenderán
lo que es luchar de verdad por un premio, por su futuro. Aunque en realidad,
éste estaba escrito desde que entraron en el programa...
Llego al trabajo con una
sonrisa en la cara, y saludo a todos y cada uno de los participantes, que en
los últimos días se han vuelto más que mis amigos. La gran mayoría caerán hoy,
y eso nadie podrá evitarlo. Prometo no llorar.
-
¡Rebecca! ¿Cómo
estás?
-
Nerviosa...
-
Tranquila, ¡¡¡te
deseo toda la suerte del mundo!!! – sin contar la que ya le había deseado antes
a otros concursantes.
-
Muchas gracias
Noa, de verdad.
-
No hay de qué. Ya
verás como todo sale bien, y si no aquí tienes a tu amiga para consolarte.
-
Oye... He visto a
Zayn.
-
Es normal, estáis
presentados al mismo programa. ¿Te ha dicho algo?
-
Estaba lejos...
No me he acercado.
-
Mejor.
-
También he visto
a Steve...
-
¿A Steve? ¿Dónde?
-
Él entraba a los
baños de chicos y yo salía del de chicas...
-
¿Os habéis
hablado?
-
Él me ha
mirado... Pero no me ha dicho nada. Así que yo tampoco.
-
¡Pero no puedes
actuar así! A veces hay que tener un poco de descaro, y dejarse atrapar por los
chicos, o si no lo único que ganarás con esto es que él se aleje de ti, y lo
pierdas para siempre.
-
Tienes razón,
ahora mismo voy a buscarle y a “tropezarme” con él.
-
Jajajaja, buena
idea. Ve.
-
Gracias.
Nos dimos un confortable
abrazo, que duró instante, ya que escuché a alguien gritar mi nombre. Era
Harry. Le reconocí en un segundo.
Me separé de Rebecca y ella
se fue hacia la zona de los baños, para ver si Steve seguía allí. Yo me dirigí
hasta Harry, que venía corriendo en mi dirección.
-
¡Noa! ¡Noa!
Llegó hasta mí y se detuvo.
Su respiración era agitada. Esperó un momento y se calmó.
-
¿Qué te pasa
Harry?
-
¿No había acabado
ya tu trabajo aquí? – preguntó extrañado y sorprendido al verme en el lugar.
-
Han pasado muchas
cosas... En fin, que me quedo unos diítas más, hasta que me diga Simon. Una
semana, más o menos.
-
¡Qué bien! Si no
me eliminan hoy, claro...
-
Seguro que pasas,
tú tranquilo. Lo has estado haciendo muy bien todo este tiempo. Pasarás.
-
Muchas gracias –
se acercó y me dio un beso en la mejilla, para luego sonreír y hacer aparecer
en su cara los dos hoyuelos tan característicos.
-
Es la verdad.
De repente, la voz de Bárbara
retumbó en toda la sala, gritando el nombre de Harry.
Giramos nuestras cabezas, en
busca de aquella señora mayor tan agradable, aunque con una voz tan estridente.
Se nos acercó.
-
¡Noa! ¿Cómo
estás! La última vez que nos vimos fue cuando estabas en el hospital, ¿te
encuentras bien?
-
Estoy muy bien
Bárbara, gracias por preguntar – sonreí amablemente.
-
No hay de qué.
¡Ah! Y me han dicho ya lo del contrato, que estarás aquí por más tiempo.
¿Cuánto dijo... Una semana?
-
Una semana, efectivamente.
-
Claro que sí. En
fin, ¡Harry! ¡Te he estado buscando! ¿Dónde estabas? ¡Tu hermana también te
busca! ¡Y tu madre! – Bárbara pellizcó la oreja de Harry, y este hizo muecas
cual niño pequeño. La señora se llevó al ricitos de allí y éste se despidió con
un gesto de la mano, y quejándose por el permanente pellizco en su oreja.
Yo fui directa a otra zona
del lugar. Aquello estaba comenzando a llenarse de gente y resultaba un tanto
agobiante.
Caminando por aquellos largos
pasillos, me crucé con las dos personas a la que menos esperaba ver en ese
momento.
Nicola y Ruth, las hermanas
de Liam. Se estaban peleando con un empleado, al parecer porque la máquina de
refrescos no funcionaba, y el chico no sabía cómo solucionar el problema.
En cuanto aparecí, el
muchacho salió corriendo y las dos chicas comenzaron a reír.
-
¿De qué me suena
a mí esta escena? – pregunté bromista.
-
Tal vez del día
en que nos conocimos en aquel restaurante jajaja – respondió Ruth.
-
Cómo olvidarlo...
Fue divertido jajaja.
-
Bueno, bueno,
bueno, la novia de nuestro hermanito, ¿cómo te va todo? – pregunta Nicola.
-
Pues todo bien,
aunque no soy la “novia de tu hermano”...
-
Ya, ya. Es por
eso que está hablando todo el día de ti, claro está.
-
¿En serio?
-
¡Lo tienes
coladito! – salta Ruth.
-
Que si su pelo,
que si sus besos...
-
¿De verdad?
-
Le falta ponerte
un altar con velas.
-
No te pases
Nicola jajaja.
Comencé a ponerme colorada,
tal y como aquel día en aquel restaurante (Véase
capítulo 11).
-
A mí me gusta él,
solo que no sé... – acababa de darle consejos en el amor a Rebecca cuando no
sabía ni qué hacer conmigo misma.
-
¿El qué no sabes?
¿Si le gustas? Pues a eso te respondo yo: Le gustas.
-
¿Dónde está?
-
Preparándose para
lo que se le viene encima...
-
Seguro que lo
consigue – por mí que lo consiguiesen todos.
-
Lo veo difícil,
pero bueno eres su novia y debes pensar bien por él...
-
Que pesadita con
eso Nicola jajaja, la primera vez que nos vimos me emparejaste con Steve, y
ahora con Liam... En fin.
-
Bueno cariño,
nosotras debemos irnos que seguramente el empleado ese de antes se ha chivado
de que le estábamos acosando.
-
Tienes razón,
larguémonos jajaja.
Se marcharon y yo volví a estar
sola. Me quedé vagando por los pasillos tranquilamente, esperando a que llegase
la hora de empezar. Yo estaba fundida en mis pensamientos, hasta que escuché un
ruido que me hizo “despertar”.
Había una esquina. La giré y
allí pude observar a un Steve y una Rebecca abrazados, sentados en el suelo y
con las cabezas apoyadas una junto a la otra. Yo carraspeé para que notasen mi
presencia.
Los dos me miraron al mismo
tiempo, se separaron nerviosos y se levantaron del suelo enmoquetado.
-
Vaya, vaya...
-
No es lo que
parece, Noa, yo... – intentó explicarse Steve.
-
No tienes por qué
darme explicaciones tonto – le golpeé el hombro.
Rebecca le abrazó y Steve le
correspondió. Ella me guiñó un ojo y pude leer en sus labios un “gracias”. Me
fui de allí y les dejé solos con sus cositas de enamorados.
Yo mientras pensaba en Liam.
Es verdad que él me atraía mucho, y eso no puedo negarlo. Además, creo que yo
le atraigo a él, como dicen sus hermanas. Tal vez podríamos intentarlo...
-
PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
– el pitido que indica que todos estén en sus puestos interrumpió mis
pensamientos.
Me dirigí a mi lugar de
trabajo. Las luces se preparan, las cámaras se activan, y todo comienza...
AHORA DEBEN PONER ESTA CANCIÓN:
Tras esto llegan hacia mí
Liam, Harry, Niall, Zayn y Louis. Todos me abrazan. Los cinco al mismo tiempo.
Forman un corrillo a mi alrededor y comienzan a saltar y a gritar.
-
¡Todos lo habéis
conseguido! – les digo llena de alegría.
Liam se me acerca y me da un
beso, mejor que todos los demás. Lleno de felicidad, de esperanza, pero sobre
todo de amor.
Los demás comienzan a gritar:
“Ooooooohh... ¡Qué bonito!” y a silbar.
-
Ahora estáis los
cinco juntos, ¡en un mismo grupo! Esto es raro...
-
¿Tú crees? –
pregunta Zayn.
-
Yo creo que es
cosa del destino – añade Liam, mirándome directamente a los ojos.
En ese instante veo aparecer
a Christian y Ed, que se acercan a nosotros y abrazan a Louis y a Zayn.
De repente Harry dice:
-
Ey, que te salvé
la vida – hablándole a Christian.
-
Tienes razón.
Se abrazaron también.
-
Tú y yo nos
conocemos... – salta Liam.
-
Es verdad...
-
Os conocisteis el
día en el que Liam me llevó al espectáculo que hubo, en el que también estaba
Harry haciendo malabarismos, y cuando conocí a Niall en Nando’s – aclaré.
-
Cuantas cosas en
un sólo día.
-
Cuántas cosas en
casi un mes... ¡Se me olvidaba! ¡En tres días hago un mes viviendo en Londres!
-
¿Sólo un mes?
Parece que llevas aquí toda la vida – dice Christian.
Por otra parte, aparecen
Rebecca y Steve. Rebecca también había pasado y estaba igual de feliz que los
chicos. Fui corriendo hacia ella, y ella hacia mí, y nos cogimos de las manos y
empezamos a dar vueltas, cuales bailarinas.
Los chicos rieron.
Una vez más, Christian y
Steve terminan en el mismo sitio. No puedo creerlo, todos los amigos a los que
conocí al llegar aquí están en el mismo lugar, y todos están felices y se
llevan bien. Es ahora cuando me doy cuenta de que este es mi lugar.
Espera un momento... ¿Y
Simon?
Sabía que faltaba alguien.
-
Chicos, ¿habéis
visto a Simon?
-
Se supone que
estará con los demás jueces.
-
Qué va, acabamos
de ver el escenario y no estaba con los demás.
De repente una mano toca mi
hombro por detrás. Me doy la vuelta y es Simon.
-
¡Simon!
Nos dimos un abrazo y al
separarnos, aquellos cinco afortunados chicos comenzaron a llorar de la
alegría, y a agradecerle a Simon lo que había hecho por ellos.
Gracias a él, ellos tendrían
la oportunidad de cumplir su sueño. Gracias a él, aún había esperanza.