sábado, 21 de septiembre de 2013

36. LÁGRIMAS CONTENIDAS...

Oscureció y la tormenta siguió durante toda la noche. Hacía bastante frío, típico en Londres, pero para algo me había llevado un montón de mantas y pijamas de lana. Ya sabía a lo que me enfrentaba antes de llegar: noches heladas y tormentas. Lo que me sorprendió más es que esta fue la primera que hubo desde que llegué a esta misteriosa ciudad.

Liam se dio una ducha, solo para calmarse un poco. Mientras, yo secaba su ropa con el secador. Al terminar, volvió a ponérsela. Yo no tenía nada para dejarle...

Tras esto dejé a Liam en el salón, fui a ducharme yo, y al salir estaba dormido en el sofá. Se le veía tan tierno y a la vez cansado, que no me atreví a despertarle y le eché una manta por encima.

AL DÍA SIGUIENTE...

Terminé la jornada de trabajo y volví a casa normalmente. Liam se había quedado durmiendo toda la mañana. Le dejé una nota por si despertaba, en la que ponía que me había ido a trabajar y que volvería entre las 2 y las 3 de la tarde, pero cuando llegué a mi apartamento le encontré en el sofá, tal y como le había dejado al irme.

Le desperté y almorzamos juntos. Mientras, habábamos. Estaba muy triste, melancólico, decaído...

-         ¿Cómo ocurrió?
-         ¿Eh?
-         Lo de tu abuela... ¿Qué le pasó?
-         Estaba ya muy mayor... Era su hora.
-         Entiendo... ¿Te lo contaron ayer o...?
-         Estaba almorzando con mi familia, celebrando que había pasado la audición, y mi abuelo nos llamó desde nuestra casa en Wolverhampton, y nos dio la noticia...
-         Lo siento muchísimo, de verdad.

Los ojos de Liam se cristalizaron. Se podía leer la tristeza en ellos. Sus lágrimas contenidas reflejaban tristeza. No estaba así ni cuando Simon le dijo que no podía pasar por ser demasiado joven, en 2008.

Me levanté y le abracé, para intentar darle consuelo. Me correspondió, luego me besó y volvió a abrazarme.

Tras esto me explicó que él le tenía mucho cariño a la señora. Luego me dio las gracias por haberle sacado de la tormenta y por haberle dejado dormir en mi casa.

Terminamos de almorzar y se marchó. Dijo que su familia estaría preocupada por él.

Yo decidí llamar a Christian, para ver cómo estaba por lo de su padre (véase capítulo 34).

Llamada telefónica:

-         Hola, Noa.
-         Hola Christian. ¿Cómo estás?
-         Pues bien... Más o menos... Bien.
-         Bueno... ¿Qué tal la noche?
-         No he dormido mucho, por la tormenta. Dicen que vienen más para estos días.
-         Uff...
-         ¿Y tú qué tal?
-         ¡Achís!
-         Vaya, veo que estás resfriada.
-         Sí... A parte de eso estoy bien,  pero un amigo no... ¿Recuerdas a Liam? Le conociste el día que te quedaste a dormir en mi casa (Véase capítulo 19). Anoche se quedó él. Su abuela ha fallecido... Necesitaba consuelo.
-         Entiendo... Sí, le recuerdo.
-         En fin, me alegro de que estés bien. Ya hablaremos.
-         De acuerdo, adiós.

Fin de la llamada telefónica.

Se ve que no había una buena noticia... Primero lo del padre de Christian... Luego Greg enfermo... Ahora la abuela de Liam... Y yo, resfriada. Al menos lo positivo que había era que todos mis amigos que se habían presentado para el programa, habían pasado sus audiciones, y que yo tenía un trabajo, no estable, pero era trabajo. Además, luego volvería a la panadería, según lo acordado con Bárbara.

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Los días pasaban, lentos. Una semana ha pasado ya. Yo había hecho muchos amigos en mi trabajo, y fuera de él. Quedé con Liam más veces, para apoyarlo en la pérdida de su abuela. Christian también estaba mejor con lo de su padre. Steve y Rebecca coincidieron un par de veces mientras yo trabajaba. Por ejemplo, un día que él me acompañó por las fuertes tormentas, y ella estaba allí porque tenía que solucionar algunos asuntos, y más cosas. Ellos se miraban pero no se hablaban, y la verdad, Steve se veía apenado cuando ella estaba con Zayn (Véase capítulo 32, en el que se aclara que Rebecca y él son novios). No me gusta verle así, pero no quiero volver a sacar el tema del amor con él, puesto que él se me declaró (véase capítulo 29) y sería una situación incómoda.

Es miércoles 21 de julio de 2010. Mi penúltimo día de trabajo aquí en el programa de Factor X. Termino mañana, día 22, como acordamos hace casi dos semanas. Lo peor es que no me dejan quedarme hasta el 23, que es la decisión definitiva para ver quienes de mis amigos se quedan fuera del programa. Tendré que verlo desde casa... Ese día no puede haber gente "de fuera", salvo el público y los familiares de cada participante. Es mi última oportunidad para convencer a Simon de que me deje trabajar un día más, y lo veo todo negro, como lo llevo viendo cada vez que se lo he dicho, y cada vez que me ha respondido: “Lo he intentado, pero no es cosa mía. Lo siento”.

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-         Simon, ¿tienes un minuto?
-         Sí, claro.

Estamos en la pausa publicitaria.

-         Yo... Sé que te lo he dicho muchas veces... Pero debo de intentarlo una vez más... Déjame quedarme hasta el 23, ¡por favor!

Simon mira hacia arriba y suspira.

-         Ya te lo he explicado, ¡lo intenté! ¡Hablé con la chica a la que estás sustituyendo! Pero es muy testaruda, y dice que no. Le dije que ella no pone las condiciones del trabajo, y me...
-         ¡Achís!

Hubo una pausa, porque le interrumpí con un estornudo. Yo aún seguía resfriada.

-         Me respondió “yo no las pongo, es cierto, pero el contrato sí” y tiene razón... Dejarte un día más sería algo... Ilegal podría llamarse, y si algo no cambia desde ahora hasta mañana... Deberás irte. Lo siento.

Ya está. Todas mis esperanzas derrumbadas. Ahora sí que no.

-         Bueno, tengo que volver con los demás. En unos momentos estaremos en el aire otra vez. Lo siento.

Cada uno volvió a su puesto, y la jornada transcurrió con normalidad.

Cuando salí del trabajo y me dirigía hacia mi casa, encontré a Rebecca sentada en un banco, con todo el maquillaje corrido. Me acerqué a ella.

Me miró. Había llorado.

-         ¡Rebecca! ¿Por qué estás así?
-         He... He cortado con Zayn.
-         ¿Qué? ¿Por qué?
-         Pues... Porque en realidad yo... Me gusta otro.
-         ¿En serio? ¿Quién? ¿Le conozco?
-         Eh...

A Rebecca le gusta otro, y me imagino quién...

-         Rebecca... ¿No será...
-         Me gusta...
-         ¿Steve?

Hubo un silencio, en señal de que sí. Era Steve.

-         ¡Rebecca! ¿En serio?
-         ¡Sí! ¡No puedo dejar de mirarle! ¡Ni puedo dejar de pensar en él, incluso cuando estoy con Zayn! Nunca dejó de gustarme...
-         Pero si fuiste tú quien cortó con él, porque te parecía muy violento...
-         Lo sé, pero aquello fue un impulso... Cuando los días pasaron, me di cuenta de que le necesitaba en mi vida, pero ya era demasiado tarde y mi orgullo pudo más que mi corazón... Me quedé en mi casa, y actué con normalidad, como si no me importase ya para nada, pero no era así... Nunca ha dejado de gustarme, y ahora que lo he vuelto a encontrar... Al principio intenté obviarle, pero me es imposible...

Yo no sabía cómo responderle. Simplemente me limité a mirarle, y a darle un abrazo.


Le invité a pasar una “tarde de chicas” conmigo, puesto que la racha de tormentas había acabado, y que fuéramos al centro comercial, o a lo que ella quisiera. Aunque no soy muy partidaria de esas ideas, ni me gusta mucho la moda ni el maquillaje, sabía que ella sí era ese tipo de chica, así que le lo pregunté y aceptó. Estuvimos todo el resto del día en la calle, comprando y paseando. En realidad lo pasé muy bien, y ella se olvidó por una tarde de todos sus problemas, y yo igual, aunque mi resfriado seguía ahí.


lunes, 2 de septiembre de 2013

35. UNA NOTICIA...

PARA LEER ESTE CAPÍTULO ESCUCHEN ESTA CANCIÓN:


Descubrí el por qué Louis y Niall no habían ido a verme al hospital. Uno incomunicado, teléfonos rotos y apagados. El otro que ni podía hablar de la risa... Pero, ¿qué hay de Liam? La última vez que lo vi fue el día anterior al irse a celebrar con su familia el que le hubieran aceptado para Factor X. ¿Qué razón había para que no hubiera venido a verme?

Es martes trece por la tarde. Voy a llamarle.

*Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*

No contesta.

Vuelvo a marcar el número. Tal vez me haya equivocado.

*Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*

Sigue sin contestar.

Decido volver a casa. Comienza a hacer frío y estoy en manga corta. Mientras tanto le escribo un mensaje a Liam, en el que dice lo siguiente:

Hola Liam, soy Noa. No quiero acosarte ni nada pero, ¿dónde estás? ¿Por qué no contestas a mis llamadas? Ayer tuve un incidente con un tipo y estuve en el hospital toda la tarde desde que salí del trabajo, es decir, desde que te vi por última vez. Sé que es una tontería, pero estoy algo preocupada. Tal vez no sea nada, pero... Llámame cuando leas este mensaje, por favor. Besos.

Tras enviárselo sigo andando tranquilamente.

De repente noto cómo una pequeña gota me cae en la mejilla derecha, junto a la nariz. Miro al cielo. Otra gota aterriza sobre mi frente. Nubes grises acompañadas de una espesa niebla lo inundan todo a la vista. Iba a comenzar uno de los fenómenos más comunes allí en Londres, Inglaterra: una tormenta.

Acelero el paso. Mi casa no está lejos, pero no quería coger un resfriado. La niebla cada vez se vuelve más densa y es difícil ver algo a más de tres metros de distancia. Es increíble cómo puede cambiar el tiempo en cuestión de minutos.

Cruzo un paso de cebra cuando, en un segundo y casi sin darme cuenta, un coche frena a pocos centímetros de mí. La conductora, una mujer adulta, se baja del vehículo y se asegura de que estoy bien.

Tras esto continúo mi camino a casa. Sólo me falta cruzar una plaza con una fuente, y dos calles.

Cada vez hace más frío y llueve más intenso, así que comienzo a correr. Finalmente llego a la plaza.

-         ¡Achís!

Estornudo. Torpemente tropiezo con una piedra y caigo al suelo, raspándome las rodillas. Escuecen, pero la lluvia hace que no sangre demasiado.

“Cuando llegue a casa me curaré” pienso.

Me levanto y continúo andando, cuando diviso la fuente, y una figura sentada en el borde.

Decido acercarme.

-         ¿Liam?

Se encontraba con los codos en las rodillas y las manos tapando su rostro. Está llorando.

-         ¡Liam! ¿Qué haces aquí?

Liam levanta la cabeza para verme. Me quedo frente a él. Vuelve a bajar la cabeza, y mira al suelo.

Me agacho y le aparto el pelo mojado de la cara.

-         ¿Qué te ocurre Liam? ¿Por qué estás aquí? Y así...

Liam intenta responder, pero vuelve a recaer en las lágrimas, que aparentemente se camuflan con las miles de gotas que resbalan sobré él.

Le levanto pero se niega a andar. Sólo se queda de pie, dejando que la lluvia caiga sobre él.

Le abrazo. No tengo ni idea de lo que le sucede, pero lo único que se me ocurre es abrazarle. Él reacciona y me abraza también. Con mucha fuerza. Sigue llorando sobre mi hombro.

Termina por separarse. Le agarro de la mano y tiro de él para conducirlo hasta mi casa. Vamos lentamente. Llegamos en un par de minutos.

Abro rápidamente el portal y entramos dentro, estando ya por fin a salvo de la lluvia.

Él no dice nada, y yo tampoco. Mira al suelo, y se limita a andar sólo si yo tiro de su brazo. Subimos hasta mi casa y cojo dos toallas, una para cada uno. Primero me seco el pelo, y luego el resto del cuerpo, por encima de la ropa. Liam no hacía nada. Se sentó en el sofá y siguió con la cabeza baja.

Terminé de secarme rápidamente y me puse un pijama improvisado. Luego agarré la otra toalla, y me senté en el salón, junto a él. Comencé a secarle la cara. Lágrimas brotaban de sus ojos, enrojecidos, mirando hacia la nada. Luego seguí por la melena. Tras esto el cuello y la camiseta por encima. Dejo la toalla a un lado y le pregunto.

-         ¿Qué te ocurre, Liam?

Él dirige su mirada hacia mis ojos, y por fin habla.

-         Hoy me han dado una noticia...
-         Dime, ¿qué noticia?
-         Mi abuela... Ha muerto.

Ahora lo entiendo.

-         Lo... Lo siento mucho.

Vuelvo a abrazarle y él me corresponde una vez más. Esta vez no llora. Simplemente me abraza, como si de alguna manera pudiese transmitirle fuerza. Parece que se sintió mejor.

-         ¿Quieres quedarte esta noche?
-         ¿No te importa?
-         En absoluto.
-         Gracias.

En ese instante Liam se acerca a mí y me da un tierno beso, al que yo correspondí.