Oscureció y la tormenta
siguió durante toda la noche. Hacía bastante frío, típico en Londres, pero para
algo me había llevado un montón de mantas y pijamas de lana. Ya sabía a lo que
me enfrentaba antes de llegar: noches heladas y tormentas. Lo que me sorprendió
más es que esta fue la primera que hubo desde que llegué a esta misteriosa
ciudad.
Liam se dio una ducha, solo
para calmarse un poco. Mientras, yo secaba su ropa con el secador. Al terminar,
volvió a ponérsela. Yo no tenía nada para dejarle...
Tras esto dejé a Liam en el
salón, fui a ducharme yo, y al salir estaba dormido en el sofá. Se le veía tan
tierno y a la vez cansado, que no me atreví a despertarle y le eché una manta
por encima.
AL DÍA SIGUIENTE...
Terminé la jornada de trabajo
y volví a casa normalmente. Liam se había quedado durmiendo toda la mañana. Le
dejé una nota por si despertaba, en la que ponía que me había ido a trabajar y
que volvería entre las 2 y las 3 de la tarde, pero cuando llegué a mi
apartamento le encontré en el sofá, tal y como le había dejado al irme.
Le desperté y almorzamos
juntos. Mientras, habábamos. Estaba muy triste, melancólico, decaído...
-
¿Cómo ocurrió?
-
¿Eh?
-
Lo de tu
abuela... ¿Qué le pasó?
-
Estaba ya muy
mayor... Era su hora.
-
Entiendo... ¿Te
lo contaron ayer o...?
-
Estaba almorzando
con mi familia, celebrando que había pasado la audición, y mi abuelo nos llamó
desde nuestra casa en Wolverhampton, y nos dio la noticia...
-
Lo siento
muchísimo, de verdad.
Los ojos de Liam se
cristalizaron. Se podía leer la tristeza en ellos. Sus lágrimas contenidas
reflejaban tristeza. No estaba así ni cuando Simon le dijo que no podía pasar
por ser demasiado joven, en 2008.
Me levanté y le abracé, para
intentar darle consuelo. Me correspondió, luego me besó y volvió a abrazarme.
Tras esto me explicó que él
le tenía mucho cariño a la señora. Luego me dio las gracias por haberle sacado
de la tormenta y por haberle dejado dormir en mi casa.
Terminamos de almorzar y se
marchó. Dijo que su familia estaría preocupada por él.
Yo decidí llamar a Christian,
para ver cómo estaba por lo de su padre (véase
capítulo 34).
Llamada telefónica:
-
Hola, Noa.
-
Hola Christian. ¿Cómo estás?
-
Pues bien... Más o menos... Bien.
-
Bueno... ¿Qué tal la noche?
-
No he dormido mucho, por la tormenta. Dicen que vienen
más para estos días.
-
Uff...
-
¿Y tú qué tal?
-
¡Achís!
-
Vaya, veo que estás resfriada.
-
Sí... A parte de eso estoy bien, pero un amigo no... ¿Recuerdas a Liam? Le
conociste el día que te quedaste a dormir en mi casa (Véase capítulo 19). Anoche se quedó él. Su
abuela ha fallecido... Necesitaba consuelo.
-
Entiendo... Sí, le recuerdo.
-
En fin, me alegro de que estés bien. Ya hablaremos.
-
De acuerdo, adiós.
Fin de la llamada telefónica.
Se ve que no había una buena
noticia... Primero lo del padre de Christian... Luego Greg enfermo... Ahora la
abuela de Liam... Y yo, resfriada. Al menos lo positivo que había era que todos
mis amigos que se habían presentado para el programa, habían pasado sus
audiciones, y que yo tenía un trabajo, no estable, pero era trabajo. Además,
luego volvería a la panadería, según lo acordado con Bárbara.
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Los días pasaban, lentos. Una
semana ha pasado ya. Yo había hecho muchos amigos en mi trabajo, y fuera de él.
Quedé con Liam más veces, para apoyarlo en la pérdida de su abuela. Christian
también estaba mejor con lo de su padre. Steve y Rebecca coincidieron un par de
veces mientras yo trabajaba. Por ejemplo, un día que él me acompañó por las
fuertes tormentas, y ella estaba allí porque tenía que solucionar algunos
asuntos, y más cosas. Ellos se miraban pero no se hablaban, y la verdad, Steve
se veía apenado cuando ella estaba con Zayn (Véase
capítulo 32, en el que se aclara que Rebecca y él son novios). No me gusta verle así,
pero no quiero volver a sacar el tema del amor con él, puesto que él se me
declaró (véase capítulo 29) y sería
una situación incómoda.
Es miércoles 21 de julio de
2010. Mi penúltimo día de trabajo aquí en el programa de Factor X. Termino mañana, día 22, como acordamos hace casi dos semanas. Lo peor es
que no me dejan quedarme hasta el 23, que es la decisión definitiva para ver
quienes de mis amigos se quedan fuera del programa. Tendré que verlo desde
casa... Ese día no puede haber gente "de fuera", salvo el público y los
familiares de cada participante. Es mi última oportunidad para convencer a
Simon de que me deje trabajar un día más, y lo veo todo negro, como lo llevo
viendo cada vez que se lo he dicho, y cada vez que me ha respondido: “Lo he intentado,
pero no es cosa mía. Lo siento”.
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-
Simon, ¿tienes un
minuto?
-
Sí, claro.
Estamos en la pausa
publicitaria.
-
Yo... Sé que te
lo he dicho muchas veces... Pero debo de intentarlo una vez más... Déjame
quedarme hasta el 23, ¡por favor!
Simon mira hacia arriba y
suspira.
-
Ya te lo he
explicado, ¡lo intenté! ¡Hablé con la chica a la que estás sustituyendo! Pero
es muy testaruda, y dice que no. Le dije que ella no pone las condiciones del
trabajo, y me...
-
¡Achís!
Hubo una pausa, porque le
interrumpí con un estornudo. Yo aún seguía resfriada.
-
Me respondió “yo
no las pongo, es cierto, pero el contrato sí” y tiene razón... Dejarte un día
más sería algo... Ilegal podría llamarse, y si algo no cambia desde ahora
hasta mañana... Deberás irte. Lo siento.
Ya está. Todas mis esperanzas
derrumbadas. Ahora sí que no.
-
Bueno, tengo que
volver con los demás. En unos momentos estaremos en el aire otra vez. Lo siento.
Cada uno volvió a su puesto,
y la jornada transcurrió con normalidad.
Cuando salí del trabajo y me
dirigía hacia mi casa, encontré a Rebecca sentada en un banco, con todo el
maquillaje corrido. Me acerqué a ella.
Me miró. Había llorado.
-
¡Rebecca! ¿Por qué
estás así?
-
He... He cortado
con Zayn.
-
¿Qué? ¿Por qué?
-
Pues... Porque en
realidad yo... Me gusta otro.
-
¿En serio?
¿Quién? ¿Le conozco?
-
Eh...
A Rebecca le gusta otro, y me
imagino quién...
-
Rebecca... ¿No
será...
-
Me gusta...
-
¿Steve?
Hubo un silencio, en señal de
que sí. Era Steve.
-
¡Rebecca! ¿En
serio?
-
¡Sí! ¡No puedo
dejar de mirarle! ¡Ni puedo dejar de pensar en él, incluso cuando estoy con
Zayn! Nunca dejó de gustarme...
-
Pero si fuiste tú
quien cortó con él, porque te parecía muy violento...
-
Lo sé, pero
aquello fue un impulso... Cuando los días pasaron, me di cuenta de que le
necesitaba en mi vida, pero ya era demasiado tarde y mi orgullo pudo más que mi
corazón... Me quedé en mi casa, y actué con normalidad, como si no me importase
ya para nada, pero no era así... Nunca ha dejado de gustarme, y ahora que lo he
vuelto a encontrar... Al principio intenté obviarle, pero me es imposible...
Yo no sabía cómo responderle.
Simplemente me limité a mirarle, y a darle un abrazo.
Le invité a pasar una “tarde
de chicas” conmigo, puesto que la racha de tormentas había acabado, y que
fuéramos al centro comercial, o a lo que ella quisiera. Aunque no soy muy
partidaria de esas ideas, ni me gusta mucho la moda ni el maquillaje, sabía que
ella sí era ese tipo de chica, así que le lo pregunté y aceptó. Estuvimos todo
el resto del día en la calle, comprando y paseando. En realidad lo pasé muy
bien, y ella se olvidó por una tarde de todos sus problemas, y yo igual, aunque
mi resfriado seguía ahí.