miércoles, 31 de julio de 2013

30. MI “DÍA FELIZ” (PARTE 1)

Me había propuesto ser feliz, y eso es lo que iba a hacer. Lo primero que hice fue ir a trabajar. Aunque había madrugado, no me encontraba nada cansada, y eso que era lunes. El día que todo el mundo odia, me lo iba a tomar como mi “día feliz”. Fui rápido y me encontré con Simon en la puerta del edificio. Llegué antes de la hora a la que empezamos siempre así que no había mucha gente todavía.

-         ¡Buenos días! – dije con una sonrisa.
-         ¿Por qué estás de tan buen humor? – me preguntó curioso.
-         Porque hoy es mi “día feliz”, Simon.
-         Vaya, pues que lo disfrutes Noa – y me sonrió.

Tras esto estuve un rato haciendo recados, y comprobando la lista de gente a la que me tocaba llamar hoy, entre ellos Liam. Tenía muchas ganas de verle. El día anterior no nos despedimos en condiciones. Casualmente, nos encontramos en un pasillo:

-         ¡Hola Liam!
-         ¡Buenos días!
-         ¿Estás nervioso?
-         Un poco... – dijo rascándose la nuca.
-         Te saldrá genial. ¿Has visto ya a Simon?
-         No, todavía no... Y espero no encontrármelo ni nada hasta que me toque salir al escenario. Quiero que nuestro encuentro después de dos años sea épico.
-         Genial – le dije riéndome.
-         ¿Qué te hace tanta gracia? – preguntó en un tono bromista.
-         Tu entusiasmo. A propósito, ¿qué canción vas a cantar?
-         Cry Me a River.
-         Seguro que lo haces perfecto.
-         Muchísimas gracias.

Acto seguido me abrazó fuertemente, y yo le correspondí el abrazo. Luego nos separamos y sonreímos. Comenzaron a llamarme. Faltaban unos minutos para que estuviéramos en el aire y tenía que colocarme para comenzar a llamar gente. Este día hubo muchos rechazos. Cada vez que veía que alguno no era aceptado, me preocupaba más de si Liam podría conseguirlo o si se uniría a este enorme grupo de personas que bajaban del escenario llorando, y no precisamente de alegría. Esperaba que eso no ocurriera, y quería ver a Liam bajar sonriendo, saltando y abrazando a todos. Finalmente, le tocó a él:

-         Quiero ver la reacción de Simon al verte.
-         Yo también. Dos años esperando para esto...
-         No les vas a decepcionar. De eso estoy segura.

Liam suspiró, se echó las manos a la cara y subió las escaleras para llegar al escenario...

AHORA DEBEN VER EL SIGUIENTE VIDEO. AUNQUE NO SEA LO MÁS APROPIADO PARA LA NOVELA, LES RECOMIENDO QUE LO VEAN ENTERO.


Después de celebrarlo con su familia, Liam se acercó a mí corriendo. Me abrazó y comenzamos a dar vueltas abrazados. Mientras, yo le decía:

-         ¡Lo conseguiste!

Y él me contestaba:

-         ¡Sí!

Me soltó y comenzó a dar pequeños saltitos de alegría, susurrando para sí mismo:

-         Bien, bien, bien...

Se le veía muy emocionado.

-         ¿Ves como tenía razón?

-         La tienes. Muchísimas gracias por todo.

Acto seguido me agarró delicadamente el rostro con sus dos manos y me besó. Fue un beso inesperado, así que me quedé quieta los primeros segundos, pero luego le acompañé. Fue más largo que el de la tarde anterior. Más bonito, sobre todo por el momento. Podía sentir su emoción, y me reconfortaba ver lo feliz que se sentía, después de haberle visto llorando hacía dos años, aunque hubiera sido por televisión. Finalmente, nos separamos y Liam volvió a abrazarme con fuerza.

Yo debía continuar con mi trabajo y tenía que seguir llamando a gente, así que Liam se fue pronto y yo me quedé con una sensación de alivio, al saber que él estaba feliz.

Salí del trabajo y esta vez no quería dirigirme a casa. Fui al bar que había cerca. Al que quedamos Simon y yo anteriormente. Lo tenía pensado desde que me levanté, así que cogí dinero para almorzar allí, en vez de en mi casa, sola.

Cuando llegué a la puerta y entré, no podía creer lo que veía. Allí se encontraba el padre de Christian, con lo que parecía ser una copa de vino en la mano. La entrada del bar tenía una campanita que sonaba cada vez que alguien entraba. No faltó un segundo para que él mirase hacia la puerta y me viese allí, quieta, con los ojos abiertos como platos. De repente, frunció el ceño, se levantó y yo salí de allí muy rápido. Él se acercó deprisa gritando:

-         ¡¡Tú!!

Yo me asusté y comencé a huir. Él echó a correr detrás de mí, persiguiéndome. A parte de que estaba enfadado desde aquel día en el hospital con Christian, había bebido. Al ser un hombre adulto podía correr más rápido que yo y me alcanzó rápidamente. Me agarró el brazo y yo, inútilmente, intenté soltarme. Esto sólo hacía que me agarrase con más fuerza, y terminase haciéndome daño.

-         Ahora no te vas a escapar...

Yo estaba aterrorizada, más que la noche en la que conocí a Steve y Eric. No conocía las intenciones de este señor, y por tanto estaba aún más asustada. Estábamos en medio de la calle, y la gente nos miraba con miedo. Tal vez pensaban que el individuo que me mantenía sujeta podría ser mi padre, o alguien conocido, y preferían no acercarse. Esto hacía que mi frustración aumentara. ¿Acaso no ven que estoy intentando escaparme?

No tenía otra opción, más que intentar forcejear para soltarme de alguna forma, y pedir ayuda, gritando: ¡¡Socorro!! ¡¡Auxilio!!

De repente, y sin previo aviso, puedo ver cómo una silueta se lanza contra mi atacante, haciendo que se chocara contra una pared y, al soltarme, yo cayese al suelo.

Antes de levantarme pude escuchar la voz del padre de Christian gritando: ¡¡Tú otra vez!!

¿Cómo? ¿Se conocían?

Pude levantarme y ver cómo el tipo que le había atacado era la persona a la que menos esperaba ver ahora: ¡¡¡Eric!!!

-         ¿Eric! – dije sin entender qué hacía peleando con el padre de Christian.

Comenzaron a darse puñetazos, patadas y golpes el uno al otro. Yo no sabía qué hacer así que lo único que se me ocurrió fue llamar a Steve. Por suerte, contestó rápido:

Llamada telefónica:

-         ¿Noa?
-         ¡¡Steve!!
-         Escucha, siento lo de ayer...
-         ¡¡No, escúchame tú!!
-         Me gustas y no sabía cómo decírtelo...
-         ¡¡¡Steve!!! ¡¡¡Escúchame!!!
-         ¿Eh?
-         ¡¡¡Eric se está peleando!!!
-         ¿¿Cómo!! ¿¿Dónde está!!
-         ¡¡En frente de mi casa!! ¡¡Ven rápido!!
-         ¡¡Voy!!

Fin de la llamada telefónica.


El padre de Christian consiguió agarrar a Eric contra el suelo. Le dio un buen golpe y un fuerte puñetazo en la cara, que hizo que sangrase por la nariz más de lo que sangraba ya. Esto último le dejó algo aturdido. Yo me sentía inútil ante aquella situación, pero no podía esperar a que Steve llegase. Para entonces Eric no tendría fuerzas ni para levantarse y el dichoso padre ya me tendría, así que decidí lanzarme sobre su espalda, al estilo “montar a caballito”. Con esto pude entretenerle, y darle tiempo a Eric para recuperar un poco el sentido, pero no por mucho tiempo. El susodicho padre corrió de espaldas, conmigo enganchada, hasta darme un fuerte golpe contra una pared, tras el que quedé inconsciente. Lo último que recuerdo fue ver al padre de Christian agarrando a Eric de la camiseta y levantándolo del suelo... Menudo “día feliz”...

lunes, 29 de julio de 2013

29. LA TERCERA GUERRA MUNDIAL

PARA LEER ESTE CAPÍTULO ES RECOMENDABLE ESCUCHAR ESTA CANCIÓN: 

More Than This - One Direction

Subimos a mi casa y le ofrecí un té, pero lo rechazó. Acababa de cenar, así que empezamos a hablar:

-         Bueno, y... ¿Has venido por algo en especial?
-         La verdad es que... ¿Recuerdas que te quería decir algo en aquel parque?
-         Sí, pero Pam nos interrumpió...
-         Exacto.
-         ¿Qué me querías decir?

En ese instante, Steve se acercó y ¡me besó! Yo no me lo esperaba para nada y mi reacción fue la siguiente:



Le empujé. ¡No quería que me besara! Tal vez él sintiera algo por mí... Pero yo por él no. Si llego a saber que eso era lo que me quería “decir”... No le hubiera dado la mano el día anterior. Yo le veía como un amigo...

-         Esto... Steve...
-         Lo entiendo... – miró al suelo, levantó la vista al techo y luego me miró a los ojos.
-         Steve tú... No me... Gustas – aquellas palabras tardaron en salir de mi boca. No quería decirlas, para no herir sus sentimientos...
-         No te preocupes... Ya “no le gusté a una chica” anteriormente...
-         Lo siento Steve...

Nos costaba hablar. Era una situación un tanto incómoda. No sabíamos qué hacer. Yo estaba en mi casa, y no podía irme, pero tampoco quería echarle... Y él estaba quieto delante de mí, sin articular palabra.

-         Esto...
-         Tranquila, ya me voy.

Steve me había leído el pensamiento. No quería ser borde, pero necesitaba estar sola un rato, ahora de verdad.

Después de esto yo miré al suelo y él se fue rápidamente. Me senté en el sofá, mirando a la nada, pensando... ¿Habré hecho lo correcto?

Era un debate mental. Una parte de mí me decía que fuera tras él, que no le dejase marchar, pero otra parte me decía lo mismo que le dije yo a Liam aquella tarde... “El destino sabe lo que hace. Todos tenemos nuestro lugar”. También le dije que estaba segura de que mi sitio era allí en Londres, pero... ¿Y si me equivocaba? ¿Qué pasaría si mi lugar no estaba en Londres? Pero claro, eso no lo sabes hasta que has ganado años, has estado en muchos sitios y has visto que ninguno te hacía feliz, y cuando ves que estás a gusto en uno de ellos, dices: “he encontrado mi lugar”. Yo aún era muy joven, y no sabía si debía quedarme allí, o si era demasiado pronto y tenía que regresar a España con mi familia y amigas, y seguir con mi amargante y monótona vida durante la mayor parte de mi juventud. Había una verdadera guerra en mi mente. La Tercera Guerra Mundial, diría yo.

Perfectamente podía entrar en Internet, reservar un vuelo a Málaga para el día siguiente, y dejar colgado a Simon con el trabajo, a Bárbara con la panadería, a Liam con su audición, a Christian con su visita a aquel centro, puesto que el día siguiente era lunes, no volver a ver a su primo Ed, ni a Harry con su delantal, Louis, Zayn, o a aquel chico de Nando’s... ¡Niall! Tampoco volvería a verle, o a Eric metiéndose en líos, no arreglaría las cosas con Steve... No volvería a ver a Liam... Después del tierno beso que nos dimos aquella tarde... Podía irme a España al día siguiente y dejarlos a todos esperándome. A tantos amigos que había hecho, dejarles allí, preguntándose unos a otros “¿Has visto a Noa?” “¿Sabéis dónde está?” o tal vez ni se lo preguntarían... Tal vez me había hecho demasiadas ilusiones, y yo no les importaba tanto como creía... Podía irme y que todos se olvidasen de mí, sin notar si quiera mi ausencia...

Me levanté del sofá y fui a mirar por la ventana. Ese día era el domingo en el que terminaba la feria que por esos días estaba. Había muchos fuegos artificiales, que me hacían recordar la canción “Firework” de Katy Perry. Me reconfortaba esa canción porque te da confianza y te anima.



Entonces me acordé de la audición de Niall, en la que Katy le dijo: “No nos decepciones” y Niall le contestó: “No lo haré”. Creí que las personas a las que iba a dejar atrás si volvía a España pensarían que yo les había decepcionado. No quería que me olvidasen, ni quería decepcionarles. Yo pensaba y sigo pensando que les importo. “Yo les importo de verdad, y no me voy a ir.” Pensé. Entonces sentí en mi interior una fuerza que me empujó a gritar por la ventana: ¡¡¡No estoy sola en esto!!! ¡¡¡Me quedo aquiiiiiiiií!!! Agité los brazos, y comencé a dar vueltas en el salón. A saltar, a bailar sin música, a celebrar que me quedaba, de momento. Que era feliz allí, con Simon, Bárbara, Liam, Harry, Christian, Steve, Zayn, Louis, Niall, Katy Perry, las ancianitas que iban a comprar el pan todos los días a la panadería... Era feliz allí, con todas las personas a las que había conocido, y con todas las cosas que había hecho, en aquellos diecisiete días que llevaba en Londres.

28. MÁGICO...

Iba andando por una zona llena de arbustos, césped y demás cuando escuché un sonido. Parecía un gato. Miré por todas partes, buscándolo, hasta que lo vi subido a un árbol. Estaba “llorando” en intentando bajar. Pensé “oh, ¡tengo que ayudarle!”.



Intenté subir, pero no podía. El árbol era muy estrecho, y estaba demasiado alto para llegar hasta el gatito. No sabía qué hacer y pensé que si llamaba a los bomberos, como en las pelis, me tomarían por tonta o por bromista. Pero no podía dejar ahí al pobre animal. Entonces vi a alguien pasar por allí y grité:

-         ¡Oiga! ¡Eh!

Esa persona se giró (estaba de espaldas) y era, nada más y nada menos que Liam:

-         ¿Noa?
-         ¡Liam! Necesito tu ayuda, ¡hay un gatito en ese árbol!

Estaba algo lejos así que se acercó hasta llegar a mí.

-         Oh... ¿Cómo vamos a bajarlo?  le dije.
-         No lo sé...
-         Espera, tengo una idea.
-         A ver, di.
-         Súbeme, y yo lo cojo.
-         Eh... – Liam no estaba muy convencido.
-         ¿Tienes una idea mejor?
-         La verdad, no.

Me coloqué dándole la espalda y él me cogió de la cintura y me levantó rápido. Tenía bastante fuerza, pero era normal. Hacía boxeo.

-         No llego Liam... – dije estirándome lo más que pude. El gatito estaba a tan sólo un par de centímetros, pero no era suficiente.
-         A ver, voy a saltar. Un... Dos... ¡Tres!

Liam pegó un brinco tan alto que logré coger al gato y envolverlo en mis brazos. Liam me bajó de las alturas. El gato estaba conmigo, sano y salvo.

-         ¡Bieeen! – gritó Liam feliz.
Yo reí.
-         Tenemos que llevarlo a algún sitio – le dije.
-         La comisaría está a dos manzanas.
-         ¿Lo llevamos allí?
-         Sí, vamos.

Fuimos con el gato. Dijimos que lo encontramos en un árbol, lo bajamos, y no sabíamos a quién llevarlo. Fue increíble que, en ese instante, apareciese una señora diciendo que había perdido a su gatito hacía unos días, y que cuando nos vio con él, lo reconociera inmediatamente y nos enseñara una foto del mismo. Se lo devolvimos y salimos de allí.

-         Gracias, Liam. Ahora ese gatito está con su dueña - le dije.
-         No hay de qué – sonreímos.

Liam y yo comenzamos a andar y a hablar. Hubo un instante, en el que recordé algo:

-         Oye Liam, ¿tú no ibas a hacer la audición para Factor X?
-         Sí. Me alegro de que lo preguntes. Es mañana. Ahora mismo iba para casa de un amigo que es músico, para ensayar un rato.
-         ¡Liam! ¡Yo trabajo allí durante dos semanas!
-         ¡No me digas! Entonces, mañana estarás allí, ¿no es así?
-         ¡Sí! Podré verte haciendo tu audición, como te vi hace dos años, desde España.
-         Y esta vez en vivo y en directo, pero... ¿Y si no me eligen? ¿Y si ocurre como hace dos años? ¿Y si... No estoy preparado?
-         Deja de hacer malas suposiciones, ¡lo conseguirás! ¡Estoy segura!
-         ¿Tú crees?
-         Deberían de haberte escogido hace dos años.
-         Tal vez... Pero y si siguen sin elegirme... He estado estudiando música y machacándome la garganta todo este tiempo... ¿Para nada?
-         El destino sabe lo que hace, Liam. Si no te eligieron aquella vez, fue por algo. No era tu momento. Hazme caso. Todos tenemos nuestro lugar, y sé que el mío está aquí, en Londres, contigo, y con todas las personas a las que he conocido desde que llegué. Tú tienes tu lugar, solo que aún no lo has encontrado...
-         Ojala sea así...

Liam y yo nos quedamos quietos. Nos miramos a los ojos. Liam tenía un brillo en ellos, que no era igual que siempre. Tenía un brillo en el que te podías perder... Estábamos el uno frente al otro, mirándonos, inmóviles hasta que Liam acarició mi rostro con su mano, y esbozó una pequeña sonrisa. Yo sonreí también. Entonces, él se acercó más y yo me quedé paralizada. Me miraba con ternura. Una ternura inigualable. Lo que nos separaba era una distancia mínima, que él eliminó rápidamente, haciéndo que nos fundiéramos en un profundo beso. Él cerró los ojos y acto seguido yo también. Era una sensación que no había sentido nunca. No quería que aquel momento terminara. Deseaba que el tiempo se parase en ese instante, y que estuviésemos así horas y horas, pero por desgracia, sólo duró unos segundos.

Liam separó sus labios de los míos y sonreímos a la vez. Era un momento mágico.

-         Liam...
-         No digas nada...

Me quedé callada. Nos estábamos mirando, tiernamente, hasta que algo nos distrajo.

-         ¡Noa! ¡Eh!

Era la chica a la que había conocido en el trabajo, que nos habíamos hecho tan amigas.

-         ¡Hola! - le dije.

Liam y yo nos separamos rápido. La chica se acercó a nosotros.

-         ¿Qué tal? ¿Cómo estás? – me preguntó.
-         Bien, acabamos de rescatar a un gatito subido a un árbol – dije señalándonos a Liam y a mí.
-         ¿En serio? ¡Qué guay!
-         Bueno Noa, mi amigo me espera para lo del ensayo, tengo que estar preparado para mañana...
-         Claro, cuida la voz - le dije sonriendo y despidiéndole con la mano.
-         Adiós – le dijo mi amiga.
-         Él es Liam, un... amigo – Liam ya se había ido.
-         ¿Un amigo? Se os veía muy juntitos.
-         Pues somos amigos.
-         Bueno, pues genial. En fin, ¿cómo te va?
-         Perfectamente. ¿Y a ti?
-         Pues... Regular... Acabo de cortar con mi novio...
-         ¿Y eso?
-         Le he pillado besándose con otra... Al parecer, nos tenía engañadas a las dos. Ella tampoco sabía nada.
-         Lo siento...
-         Era un imbécil. Estaba todo el día por ahí con sus amigos...
-         Pues mejor que hayáis cortado.
-         Ya te digo...

Estuvimos hablando un rato más, y terminamos llegando a la puerta de mi casa, no sé cómo.

-         Bueno, yo vivo aquí en el piso quince, letra A, por si algún día quieres pasarte.
-         Piso quince, letra A... De acuerdo.

Nos despedimos y mi amiga se fue. Justo cuando iba a entrar al portal apareció Steve.

-         ¡Noa!
-         Hola Steve.
-         ¿Puedo subir contigo?

La verdad yo estaba un poco cansada, y quería echarme un rato, pero le dije que sí. Tampoco quería subir y quedarme sola... Eran alrededor de las ocho.

jueves, 25 de julio de 2013

27. NECESITÉ UNOS SEGUNDOS PARA RECUPERAR LA CONSCIENCIA...

Estoy en el suelo, por lo que había pasado, cuando no me creo lo que estoy viendo. ¡Es imposible!

Hoy es domingo, 11 de julio. Sí, trabajaba hasta los domingos, pero es que faltaban días para tantas audiciones y tuvieron que pillar los fines de semana.

Estaba un poco cansada por haber andado tanto el día anterior, pero me levanté y fui al trabajo, como si nada. Al principio todo iba bien, pero luego empecé a agobiarme. Había mucha gente, y a parte de hacer mi trabajo, tenía que realizar pequeños encargos, tipo: “avisa a no sé quién de que...” o “tráeme unos papeles que hay en...”. Lo sé, parece una oficina, pero es así. Cuando estoy rodeada de mucha gente comienzo a acalorarme, y a sentir mareos. Hubo un momento en el que tuve que sentarme y beber agua, porque se me nubló la vista un segundo. Ya me ha pasado otras veces, en España, cuando han hecho días de mucho calor, o cuando me he agobiado por estar en sitios aglomerados. Cuando me recuperé, decidieron mandarle los encargos a otra persona, y yo me quedé llamando gente, cuando volvió a darme otro mareo y me caí al suelo. Me desmayé. Cuando desperté me vi rodeada de gente, incluidos Simon Cowell y los otros jueces. Me preguntaban cómo me encontraba. Necesité unos segundos para recuperar la consciencia y sentarme. Me dieron agua y una silla. Lo que les pedí.

Me encontraba rodeada de gente. Había dado la casualidad de que era el descanso de la publicidad. Miré a mi alrededor y pude observar las caras de preocupación de algunos, y otros con expresión de: “Conmigo no va la cosa”. Pero mi mayor asombro fue cuando no me creo lo que estoy viendo. ¡Es imposible!

Vi a alguien al fondo, y grité el nombre de quien me parecía que era:

-         ¿Louis? ¡Louis!
-         ¡Noa! ¡Ya voy!

La gente le dejó pasar y, efectivamente, era Lou.

-         ¿Qué te ha ocurrido?
-         Me he desmayado. Me pasa a menudo.
-         ¿Pero estás bien?
-         Sí, sí. Ya estoy mejor.

De repente, escuchamos la voz de alguien llamando a Louis, desde lejos.

-         ¡Louis! ¿Dónde estás? ¡Louis!

Lou alzó la vista, para intentar averiguar cual individuo le estaba llamando. A los pocos segundos alzó los brazos. La gente comenzó a dispersarse y nos quedamos Louis, yo, y unas chicas me dijeron que si sentía algún otro mareo, inmediatamente les avisara, y también se esfumaron. Todo fue rápido, puesto que ya iban a estar de nuevo en el aire, y tenían que ponerse en sus puestos. Cuando ya no hubo gente pude ver quién se acercaba a Louis y a mí.

-         ¡Christian!
-         ¡Noa! ¿Qué haces aquí? – dijo una vez junto a nosotros.
-         Trabajo aquí por dos semanas. Sustituyo a la que llama a los participantes.
-         Entiendo. Bueno, ¿qué ha ocurrido? ¿por qué estás en una silla?

Me puse en pie y le expliqué que me había mareado, pero que ya estaba bien. Después de esto seguimos hablando, y cuando ya me encontré totalmente recuperada, fui a decirlo y volví a trabajar, a pesar de que me habían dicho que me podía ir, pero yo soy así. Me tocó llamar a Louis, porque ese día era su audición, y por eso estaba allí.

-         Suerte Lou.
-         Gracias – me dijo sonriendo. Estaba súper nervioso.

AHORA DEBEN PONER EL SIGUIENTE VIDEO (SIENTO QUE SEA TAN CORTO, NO ENCONTRÉ UNO MEJOR)


-         ¡Bien Louis! ¡Lo conseguiste!
-         ¡Sí! ¡Subí muy nervioso, pero obtuve los tres “sí”!
-         ¡Enhorabuena!
-         ¡Gracias! – nos dimos un fuerte abrazo, y luego él se fue con su familia.

Después fue con Christian, y luego se marchó. Yo tuve que quedarme para terminar el trabajo, y Christian se quedó conmigo.

-         Bueno, ¿quieres que te acompañe?
-         De acuerdo.

Terminé la jornada y Christian me acompañó a casa.

-         En fin... Gracias por venir conmigo – le dije.
-         No es nada. Louis va a celebrar que le han dado el visto bueno, con su familia, así que... No tengo nada que hacer.
-         Yo voy a comer. ¿Quieres subir?
-         Subiría pero ya he almorzado.
-         Pues entonces... Ya nos veremos.
-         Claro, adiós.
-         Adiós.

Después de esto, comí tranquilamente, arreglé la casa, llamé a mis amigas y familia, y a eso de las cinco, salí un rato, a ver qué se cocía por el barrio.