lunes, 19 de agosto de 2013

34. ¿QUIÉN SABE LO QUE NOS DEPARARÁ LA VIDA?

NARRACIÓN NORMAL.

Christian entró a la sala y la puerta se cerró. Pude ver cómo el agente Sean le decía algo a otro, pero no le presté demasiada atención. No me di cuenta y el hombre se había marchado rápidamente. Miré a Christian. Se encontraba cabizbajo. Luego les eché un vistazo a Steve y Eric. Susurraban entre ellos, pero no lograba entender lo que se querían decir. Tampoco es que me interesase mucho. Finalmente, lancé mi mirada hacia Sean, que se encontraba recto, totalmente quieto. Parecía una estatua. Practicamente no parpadeaba. Casi daba miedo. De repente, el tipo de antes volvió, junto con otro policía. Traían al padre de Christian. Dos esposas sujetaban sus manos, impidiéndoles movimiento alguno. Sean habló.

-         Christian.

Todos nos alarmamos y prestamos mucha atención.

-         Dígame.
-         Hemos decidido ingresar a tu padre en un centro de desintoxicación.
-         ¡No voy a ir a ningún sitio!

El padre de Christian agitó sus manos, esposadas, y los dos policías que tenía a los lados le sujetaron. Se calmó y Sean siguió hablando.

-         Vamos a intentar ayudarle, entre todos, pero debes saber que si no colabora ni hace caso de las ayudas que se le van a proporcionar, vamos a tener que tomar medidas.
-         ¿Qué clase de medidas? - preguntó Christian, preocupado.
-         Pues como bien he dicho, si no hace caso, tenemos dos opciones. La primera es la de contratar a un psicólogo. Si esto no funciona tampoco, la segunda opción sería ingresarlo en un hospital psiquiátrico.
-         ¿No hay más opciones?
-         Repito que esto es en caso de que no colabore. Si acepta la ayuda y sigue los métodos que le van a enseñar, podremos dejarle libre, y nos plantearemos el darle parte de tu custodia o no. Eso aún está por ver.
-         ¿Podré ir a verle?
-         El número de visitas que podrá recibir a la semana lo determinará el centro al que vayamos a llevarle.
-         Entiendo.
-         Y en cuanto a vosotros – dijo apartando la vista de Christian y dirigiéndola hacia Steve, Eric y yo – las versiones coinciden. Hemos decidido que podéis marcharos.

Sean señaló la puerta con la mirada, haciéndonos ver que ya no debíamos estar allí. Salimos de aquella sala y dentro se quedaron Christian, su padre, y el agente Sean.

-         Nos vamos a casa – dijo Steve.
-         De acuerdo, hasta luego.

Ellos se adelantaron y salieron de allí antes que yo.

Al alcanzar la puerta y tirar de ella, vi que Louis estaba sentado en un banco, cerca de la puerta. Corrí hacia él y, cuando me vio, se levantó y nos abrazamos.

-         ¿Dónde estuviste ayer? – le pregunté.
-         Tuve el móvil apagado y el teléfono de casa no funcionaba. Christian me lo ha contado. ¿Cómo te encuentras?
-         Bien – posé mi mano derecha sobre la parte de mi cabeza en la que me di el golpe, y sonreí.
-         Me alegro. ¿Dónde está Christian? Me dijo que os estaban interrogando, pero nada más. Un tío me echó.
-         Christian está adentro, con su padre y un agente. Están hablando.
-         Mmm...

Un policía salió de la comisaría y se nos acercó.

-         ¿Es usted Louis Tomlinson?
-         Eh... Sí, ¿ocurre algo? He salido rápido, ¿eh? No he hecho nada...
-         Tranquilo. Es por su amigo Christian, que está viviendo con usted. Debe venir con nosotros para cerrar el asunto de una vez.
-         Entiendo, voy para allá. Déme un segundo.

El policía volvió a la comisaría.

-         Me alegro de que estés bien.
-         Gracias. Venga, no les hagas esperar.
-         Voooooy...

Se fue imitando a un niño pequeño enfadado, cosa que a mí me hizo mucha gracia.

Había pasado toda la mañana muy deprisa, casi sin darme cuenta. Me entró hambre y decidí ir a comer a algún sitio especial, puesto que el día anterior terminé por pelearme con un señor, y almorcé comida de hospital, asquerosa, por cierto.

Estuve pensando un buen rato a donde ir, y me decanté por un buen sitio, en el que ponen una comida deliciosa...

Llegué rápidamente al lugar y vi la parte superior de la entrada, en la que estaba escrito el nombre del restaurante: Nando’s.

Entré y me senté en una mesa junto a la ventana. Tampoco es que hubiera unas vistas espectaculares, pero se me hacía entretenido ver a la gente de pasar. Aunque no por mucho tiempo estuve mirando por el cristal. Escuché una risa a mi espalda, que me resultaba tremendamente familiar. Esa risa era de un tal... ¿Duendecillo irlandés?

Me giré y allí se encontraba, entrando al restaurante.

-         ¡¡Niall!!
-         ¡Ey Noa! ¡Hola!

Niall se acercó hacia mi mesa, y yo me levanté, quedándome de pie junto a esta. Su hermano Greg entró, me saludó en un gesto con la mano, y se dirigió hacia el baño con bastante prisa.

-         ¿Le ocurre algo a tu hermano?
-         Tiene problemas... Intestinales – se aguantaba la risa a más no poder. Echó una carcajada y volvió a aguantarse, poniendo su mano en su boca, a modo de tapón.

Se calmó y por fin pudo hablar.

-         ¿Has venido sola a Nando’s?
-         Sí. Oye, ayer... ¿Qué hiciste?
-         Fuimos a hacer la compra, y al mediodía almorzamos en un mexicano. A Greg no le sentó bien la... Comida – volvió a reírse – así que estuvimos el resto del día en casa.
-         ¿Y no te llamaron por teléfono... Ni nada?
-         Bueno, cuando llegué a casa por la tarde tenía una llamada perdida, pero como no conocía el número decidí no darle importancia. Y me llamaron al móvil, pero con la risa por lo de mi hermano ni contesté. Total, si hubiera sido importante habrían llamado más veces, ¿no?

No respondí.

-         ¿Qué ocurre? ¿Por qué tantas preguntas? ¿Pasó algo ayer?
-         Tuve un incidente con un hombre... Estuve en el hospital y pedí que te avisaran por teléfono...
-         ¿En serio? ¿Qué ocurrió? ¿Estás bien?
-         Sí, estoy perfectamente. Me di, o mejor... Me dieron un golpe en la cabeza y me desmayé... Pero no pasó nada grave.
-         Lo siento mucho, de verdad.
-         No te preocupes. ¿Cómo ibas a saberlo? Además vengo de la comisaría, y ya están las cosas solucionadas.
-         Uff me alegro.

Greg volvió del baño.

-         ¿Cómo te encuentras? – le pregunté.

En ese momento Greg lanzó una mirada amenazadora a Niall, en señal de: “Para qué cuentas nada...”

-         Mejor.

Tras esto nos sentamos todos y comimos perfectamente mientras charlábamos y Niall se reía constantemente. Le gustaba reírse. No se sentía avergonzado por su dentadura, que estaba algo torcida. Eso es algo que me gusta de él, no le importa lo que piensen los demás. Además, a pesar de sus dientes, es un chico muy atractivo. Greg fue al baño de nuevo, antes de irnos del restaurante.

-         Es genial que te encuentres bien, y perdón de nuevo...
-         Perdonado.

Los dos sonreímos.

Después del genial almuerzo con mis dos amigos, decidí quedarme más tiempo en la calle. No tenía ganas de encerrarme en casa de nuevo.

Era martes trece. Día de mala suerte. Parece ser que el mal augurio había querido venir a mí antes de tiempo. Aunque no soy una persona muy supersticiosa en cuanto a esos temas, la verdad me entraban malas vibraciones en ese día, martes trece. No tenía buenas expectativas, la verdad... Pero claro, también pensé que el día anterior iba a ser mi “día feliz” y mira cómo terminó, ¿quién sabe lo que nos deparará la vida?

jueves, 15 de agosto de 2013

33. UNA VEZ MÁS...

Una vez más empecé a cuestionarme si Londres era mi hogar soñado, y si debía estar allí. Decidí no seguir pensando y levantarme. Tenía dos llamadas perdidas en el móvil. Número oculto. Ese día me había despertado más temprano de lo normal, puesto que la noche anterior me acosté pronto y dormí lo suficiente como para que mi cuerpo abriese los ojos por sí solo, sin ayuda de alarma o despertador. Decidí llamar para ver quién era. A los pocos segundos alguien contestó.

Llamada telefónica:

-         ¿Diga?
-         Hola, soy Noa. He visto que me has llamado dos veces. ¿Quién eres?
-         Buenos días. Es cierto que le he llamado. Soy Sean, policía. Necesito que venga a comisaría, para declarar por el incidente ocurrido ayer. Tenemos retenido a un hombre, y son necesarias las versiones de todos para saber lo que ocurrió.
-         Entiendo, ¿cuándo voy?
-         Debería venir ahora.
-         Tengo que trabajar...
-         Eso está arreglado. Nosotros nos hemos encargado. Hoy tienes el día libre.
-         De acuerdo, ¿voy ahora mismo o...?
-         Sí. Hemos llamado a los otros testigos e implicados para que vengan también.
-         Qué rápidos son.
-         Somos efectivos.
-         Bueno, estaré allí en una media hora.
-         Entendido.

Fin de la llamada telefónica.

Colgó muy rápido. Tenía una voz grave y profunda, imponente, o al menos, eso parecía por teléfono. Desayuné y me arreglé rápidamente. Recordé el camino para llegar a la comisaría. Lo sabía desde el día en el que Liam y yo bajamos a aquel gatito del árbol, y lo llevamos allí. Opté por llamar a un taxi, dado que estaba algo lejos. Llegué unos diez minutos más tarde de lo previsto. Entré y allí se encontraban Christian, Steve, Eric y un policía alto y robusto.

Hice un pequeño y disimulado gesto saludando a mis amigos – incluido Eric, que creo que puede considerarse como amigo después de lo ocurrido – y el oficial se dirigió a mí.

-         Buenos días. Soy el oficial de policía Sean. Hemos hablado por teléfono.
-         Buenos días.

Sean era un hombre alto, fornido, de entre treinta y cinco y cuarenta años. Ojos azules muy claros y párpados arrugados. Barbilla prominente. Pelo corto, negro, con alguna que otra cana. Labios carnosos y nariz ancha. Llevaba el uniforme de policía, como la gran mayoría de personas que allí en la comisaría se encontraban.

Nos condujo hacia una sala. Él nos iba a interrogar uno por uno.

En primer lugar fue Eric. A los diez minutos salió y una policía le condujo a otra sala, apartada.

Tras él me tocó a mí. Entré a la habitación y cerraron la puerta. Había una mesa, y una silla vacía. Sean estaba sentado al otro lado, esperando paciente a que yo me decidiera y me colocase, lista para explicarle mi versión de lo sucedido el día anterior. Estábamos iluminados por una lámpara que había sobre nosotros, haciendo la situación más tensa aún. Finalmente, me senté y Sean comenzó a hablar.

-         Cuéntame lo ocurrido y yo iré haciendo preguntas conforme vayas explicando.
-         (Esperé unos segundos y empecé) Salí del trabajo como cualquier otro día normal.
-         Tenemos entendido que ese trabajo es temporal, ¿no es cierto?
-         Sí. Soy amiga de Simon Cowell, y un día me dijo que necesitaba urgentemente a alguien para un puesto en el programa Factor X, así que yo accedí a dejar por dos semanas mi trabajo en una panadería del barrio, para ayudarle. Mi jefa me dio permiso y desde hace unos días estoy trabajando allí.
-         Entiendo, continúa. Saliste del trabajo y...
-         Me dirigí a un bar que hay cerca de mi casa. Justo cuando entré vi a ese hombre sentado en la barra, y decidí salir del local, pero el señor ya me había visto.
-         Hemos averiguado que tuviste un conflicto anteriormente con el individuo en cuestión. ¿Es correcto?
-         Su hijo Christian y yo nos conocemos desde que llegué a Londres. Hubo un... Accidente y tuvo que estar en el hospital. Yo fui a verle y coincidió con que su padre también fue. Se ve que estaba borracho o algo porque no quería que entrase a ver a su hijo. No sé qué le parecí, que no le gusté.
-         Fuentes nos indican que este hombre ha sido visto en muchos bares bebiendo, o comprando cervezas y botellas de vino en supermercados.

Hubo un silencio. Me quedé pensando en el pobre Christian, en lo que habría estado pasando durante prácticamente toda su vida, desde que su madre se separó, como él me dijo.

-         Continúa.
-         Cuando salí del local, el hombre comenzó a perseguirme y me alcanzó. Me cogió del brazo - señalé con la mano contraria el mismo – y yo creía que ya no tendría escapatoria, hasta que llegó Eric y se lanzó contra él.
-         ¿Cómo conociste a Eric?
-         Una noche entré a un parque... Él y Steve, el otro chico, estaban allí...
-         Sigue.
-         Eh... – me había desconcentrado pero retomé la conversación rápidamente – Eric se lanzó contra el hombre, y yo tuve tiempo de llamar a Steve por teléfono. Tras esto el tipo me agarró y me dio un golpe contra la pared, así que quedé inconsciente y no sé qué ocurrió después. Terminé por despertarme en el hospital.
-         (Hubo una pausa y luego habló) Ya hemos terminado. Mi compañera te acompañará a otra sala. Gracias por su colaboración.

Yo asentí y me levanté. La chica que había conducido a Eric a la otra habitación, hizo lo mismo conmigo. No me dio tiempo a ver quién era el que iba a entrar ahora a la sala con Sean, porque en unos pocos segundos ya me encontraba sentada al lado de Eric, en un habitáculo rectangular, iluminado por varias cristaleras, con paredes blancas, pulcras, y completamente en silencio.

NARRA CHRISTIAN

Noa salió de la sala y la misma mujer que acompañó a Eric se la llevó a otro sitio. Sólo quedábamos el amigo de Noa, Steve creo que se llamaba... Y yo. No hablábamos. No me caía bien, ni yo a él. Pero no podíamos llevarnos mal, porque si no Noa se enfadaría con los dos. Ella era mi mejor amiga y, si él también se veía con ella, supongo que nos tendríamos que llevar bien. De repente, la puerta ante nosotros se abrió, y un agente le indicó a él que entrase. Me quedé yo afuera, en aquel pasillo solitario. Sólo había un guardia vigilando, apoyado en la pared de enfrente, un poco a la derecha, no justo delante de mí. Yo no tenía más remedio que esperar a que me tocase. El día anterior había estado toda la tarde aquí, pero no me interrogaron. Simplemente tenía que hacer acto de presencia, y rellenar algunos papeles, en los que constaba que yo era el hijo de mi padre, y que le quitaban mi custodia. También estuve arreglando otros asuntos, como los de irme a vivir con Louis, puesto que él ya es mayor de edad.

Me encontraba de pie, mirando al suelo, cuando de repente escuché a alguien que decía mi nombre. Miré hacia un lado del pasillo y no vi a nadie, pero luego giré la cabeza y pude observar cómo mi amigo Louis se acercaba.

Hablando del Rey de Roma.

-         ¡Christian! ¿Qué ha pasado con Noa? ¡No me he enterado de nada!

Estaba muy alterado. Esperé a que se calmase para poder explicarle lo ocurrido.

-         Mi padre... Se ha peleado, y ella estaba de por medio. Pero está bien.
-         Acabo de recibir un mensaje al móvil, nada más encenderlo. Lo he tenido apagado. Tuve un problema con el teléfono de casa ayer y no funcionaba. Lo único que ponía en el mensaje era que Noa estaba en el hospital y he ido a buscarla, pero me dijeron que ya se había ido, así que he llegado hasta su casa, pero tampoco estaba. La he buscado por todo el barrio y lo único que se me ha ocurrido ha sido venir a comisaría, y aquí me encuentro. ¿Donde estuviste ayer?
-         Estuve en este mismo lugar, solucionando asuntos con mi padre. Llegué a casa cuando tú estabas dormido y me levanté esta mañana temprano para volver de nuevo. Ahora nos están interrogando y me toca a mí.
-         ¿Y Noa?
-         A ella se la han llevado a otra sala.
-         ¿Entonces está bien?
-         Sí. Sólo tiene un chichón en la cabeza, pero por lo demás genial.

Louis se echó las manos a la cara en gesto de alivio y suspiró. Se le veía cansado. Habría corrido mucho buscándola, como dijo. El agente que se encontraba vigilando en seguida le dijo que no podía estar ahí, que debía marcharse. Louis hizo caso y se fue.

A los pocos minutos Steve salió de la sala y le condujeron al mismo lugar que a los otros. Ahora debía entrar yo, pero en ese instante el agente Sean salió de la habitación.

-         ¿No me va a interrogar a mí? – pregunté extrañado.
-         No es necesario. Las versiones de todos coinciden en que tú no estuviste, ¿no es cierto?
-         Sí...
-         Pues en ese caso, no podrías aportar mucho en este asunto.


Yo aparté la mirada y la dirigí hacia la puerta de la sala en la que se encontraban Noa y sus amigos. A mí también me condujeron allí y, una vez dentro, los tres se levantaron de sus respectivas sillas y yo me quedé junto a ellos. Sean le dijo a un agente algo que no llegamos a oír ninguno, y tras esto el tipo salió de la habitación. Sean se colocó delante de nosotros, y no dijo nada. No pasó un minuto cuando la puerta, que anteriormente se había cerrado, volvió a abrirse. Dos policías entraron. Traían a mi padre, esposado.

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Un pequeño detalle: "Sean" se pronuncia algo así como "Son" o "Shon". Lo sigo porque hay gente que no lo sabía.

martes, 13 de agosto de 2013

32. "QUÉ RÁPIDO PASA EL TIEMPO"

COMO HE DESVELADO QUIÉN ES REBECCA, AQUÍ UNA FOTO:



PODÉIS VER SU AUDICION (SIN SUBTÍTULOS. EN INGLÉS) AQUÍ. A PARTIR DEL MINUTO 2:47 COMIENZA A CANTAR. TAMBIÉN PODÉIS VOLVER AL CAPÍTULO 26, QUE ES CUANDO APARECE.


NARRACIÓN NORMAL

Cuando Steve se fue, yo me quedé con Rebecca hablando.

-         Quiero aprovechar que estoy aquí para decirte algo... – me dijo. Yo tenía curiosidad en saber qué era.
-         Claro, dime.
-         Estoy muy feliz...
-         ¿Siiií?
-         Llevo un tiempo echándole el ojo a un chico...
-         Sigue... – yo quería hacer el momento aún más tenso de lo que era. Me parecía divertido.
-         Nos conocimos en el programa... Hemos hablado mucho...
-         Entiendo...
-         Resulta de que yo le gusto a él...
-         Me gusta el rumbo que lleva esta conversación...

Ante esto ella rió y siguió contando:

-         Bueno, el caso es que ayer corté con mi novio, ¿recuerdas?
-         Sí, me lo dijiste.
-         La verdad, yo no le quería... Al pasar él tanto tiempo con los amigos, yo estuve conociendo a este chico...
-         ¿Y...?
-         Pues que vengo de estar con él...
-         ¿Y qué ha pasado...?
-         ¡Que hemos decidido hacernos novios!
-         ¡No me digas! Enhorabuena, chica.
-         Uff, gracias... Tenía que soltarlo ya...

Las dos soltamos unas carcajadas.

-         Y, ¿cómo es?
-         Pues verás, es alto, pelo castaño oscuro, casi negro, ojos... No sabría si decirte... ¿Miel? ¿Avellana?

“Un momento...” se me pasó por la cabeza.

-         Eh... Sigue.
-         Tiene unos labios que te entran ganas de besarlos cuando le ves...
-         Tiene buena pinta, ¿cómo se llama?
-         Tal vez le conozcas. Él también participa en Factor X. Su audición fue el viernes pasado, nueve. Un día antes que yo. Se llama Zayn.
-         ¿Zayn? ¿Malik?
-         Sí, ¿le conoces?
-         Por su puesto, somos amigos. Va a un centro... De ayuda, con un chico, también amigo mío. Es el hijo del hombre que ha hecho que esté aquí en el hospital.
-         Menudo relío... Bueno, lo del centro de ayuda ya lo sé. Vengo de acompañarle.
-         ¡¡Es verdad!! ¡¡Hoy tenía que ir con Christian!! – pensé en voz alta.
-         ¿Eh?
-         Christian es el chico que va con Zayn al lugar, y le prometí que le acompañaría todos los lunes por la tarde...

Menuda cumple-promesas. No fui la semana anterior, y esta tampoco.

-         En fin, me alegro por tu nuevo romance.
-         Gracias – dijo riéndose tímidamente.

Tras esto, llamaron a la puerta. Eran Harry y Bárbara. Habían cerrado antes de tiempo para venir a verme.

-         ¡¡Noa!! ¿Cómo estás! ¿Qué ha ocurrido! – comenzó a gritar Harry.
-         ¡Vas a hacer que se sienta peor si hablas tan alto! – le regañó Bárbara.
-         No os preocupéis chicos. Estoy bien. Tampoco es para tanto...
-         Sí que es para tanto, ¿quién es el tío? Que me lo cargo – dijo Harry con cara de enfado fingido.

Tras esto, todos reímos por la expresión de Harry.

-         Bueno Noa, me marcho ya. Me alegro de que estés bien – se despidió Rebecca.
-         Vale, adiós.

Nos dimos dos besos y se fue.

-         Bueno Noa, ¿quieres que te haga un pastel?
-         ¡No! Muchas gracias Bárbara – la verdad, los pasteles de Bárbara siempre tenían muy buena pinta cuando los ponía en el mostrador, pero lo que menos quería hacer era comer. No tenía ganas.
-         Bueno, como quieras.
-         En fin, cuéntanos, ¿cómo ha sido? – me preguntó Harry sentándose en una silla, no sin antes poniéndole otra al lado a Bárbara.

Les expliqué todo lo que había ocurrido. Pasaron unos veinte minutos y se fueron. Me quedé allí sola una media hora cuando volvieron a llamar a la puerta. Esta vez eran Christian y Zayn.

-         ¡Christian! Siento no haber podido ir contigo al sitio hoy tampoco...
-         No te preocupes. La nueva novia de Zayn nos acompañó.
-         Hola – dijo Zayn.
-         Lo sé. Es mi amiga.

Los dos pusieron caras de sorprendidos pero no dijeron nada.

-         Bueno, ¿qué ha ocurrido con mi padre? Siento no haber podido venir antes... Me llamaron de comisaría y he tenido que ir allí... Pero ya estoy aquí. Sólo sé que ha habido una pelea, y que tú estabas de por medio.
-         Pues que tu padre ha intentado... No sé, secuestrarme o algo, estaba bebido...
-         Lo siento, de veras.
-         No te preocupes. No es tu culpa. ¿Cómo os ha ido hoy?
-         Pues muy bien. Nos han llevado a una sala muy grande para todo el mundo y allí han explicado distintos ejemplos de problemas que sufren muchos adolescentes – explicó Christian.
-         Ha sido muy interesante – comentó Zayn.
-         Me alegro de que hayáis estado entretenidos.
-         Es tarde, yo tengo que irme. Menos mal que estás bien, hasta luego – dijo Zayn dándome un toque en el hombro y yéndose.
-         Yo también debo irme. Siento tener que dejarte sola... Los de la policía me dijeron que me daban permiso para venir a verte pero que tenía que volver en una media hora así que...
-         No te preocupes.
-         Adiós – se acercó a mí, me dio un beso en la parte superior de la cabeza y se marchó.

Miré el reloj y eran las ocho. “Qué rápido pasa el tiempo” pensé.

Una enfermera entró en mi habitación diciéndome que podía irme. Que estaba bien, así que eso hice.

Me marché del hospital, con un buen chichón. Regresé a casa. Había pasado muy rápido la tarde y lo único que hice fue pelearme con un señor y estar en el hospital unas horas, hablando con Steve, Eric, Rebecca, Harry, Bárbara, Christian y Zayn. Lo que no entendí es que, si le dije a aquella enfermera que “llamase a mis amigos”, le di mi móvil y le indiqué en mi lista de contactos a cuáles avisar, no apareciesen por allí ni diesen señales de vida, ni Louis, ni Liam y bueno, con Niall tampoco es que hable mucho... Pero también le dije a la enfermera que le avisara. No tenía idea de dónde podían estar, pero estaba muy cansada por todo y decidí irme a casa directamente, cenar y dormir. Este fue mi “día feliz”, que se suponía iba a ser perfecto...

jueves, 1 de agosto de 2013

31. MI “DÍA FELIZ” (PARTE 2)

NARRA STEVE

Estaba con mis amigos cuando veo una llamada de teléfono. Es Noa:

Llamada telefónica:
-         ¿Noa?
-         ¡¡Steve!!
-         Escucha, siento lo de ayer... – intenté disculparme por lo del día anterior.
-         ¡¡No, escúchame tú!!
-         Me gustas y no sabía cómo decírtelo... – quería expresarle mis sentimientos.
-         ¡¡¡Steve!!! ¡¡¡Escúchame!!!
-         ¿Eh? – estaba muy alterada, así que le dejé hablar.
-         ¡¡¡Eric se está peleando!!!
-         ¿¿Cómo!! ¿¿Dónde está!! – no podía creerlo. ¿En qué lio se habría metido? ¿Y qué hacía Noa de por medio?
-         ¡¡En frente de mi casa!! ¡¡Ven rápido!!
-         ¡¡Voy!!
Fin de la llamada telefónica.

“¿Qué habrá hecho ahora?” pensé.

-         ¿Quién era tío? – me dijo uno de mis colegas.
-         Es una amiga, está en líos. Tengo que irme, ¡os veo luego!

Esto último lo dije corriendo. Me dirigí rápidamente hacia la dirección de Noa. ¿Estaría bien?

Pronto llegué. ¡Noa estaba tirada en el suelo! ¡Y aquel tío! ¡El de la otra vez estaba cogiendo a Eric por la camiseta!

Me dirigí hacia el hombre como una bala y me estampé contra él, haciendo que nos cayésemos. Yo encima de él. Apestaba a alcohol. Me levanté y ayudé a Eric a incorporarse. Había recibido bastantes golpes. Inmediatamente, el hombre se puso en pie, y me amenazó con la mirada. Gruñó y echó a correr hacia mí. Yo le esquivé y le agarré por la espalda. Le di una patada en la pierna por detrás, haciendo que, torpe y bebido, cayese de rodillas al suelo. Le agarré las manos a la espalda y lo tumbé boca abajo. Eric se incorporó y le dije:

-         ¡Dame tu cinturón!

Se quitó el mismo y con él le até las manos, mientras Eric llamaba a la policía. Tras esto fui a ver a Noa, que se encontraba tirada en el suelo, inconsciente.

Comencé a agitarle la cabeza, para ver si despertaba, pero nada. Estaba muy alterado. Lo único que hacía que me calmase era ver que ella respiraba. Tenía algo de sangre en la cabeza. El tío le habrá dado un golpe. La senté y puse su espalda contra la pared. A los pocos minutos llegó la policía. Al tío raro se lo llevaron en un coche patrulla y a ella la metieron en una ambulancia. Eric había dicho por teléfono que había una chica herida. Él y yo fuimos al hospital en la misma ambulancia que Noa. Llevábamos una media hora frente a su habitación, cuando una enfermera salió de ella y nos dijo:

-         La chica está bien. Ha mandado a llamar a sus amigos por teléfono, así que podéis quedaros un rato con ella. Vuelvo en unos minutos.
-         De acuerdo, muchas gracias – dije.

Eric y yo entramos en la habitación.

-         Hola chicos – se la veía muy despierta. Estaba sentada en el borde de la cama, con los pies colgando.
-         ¿Cómo te encuentras?
-         Pues... Con un chichón algo doloroso – ella y yo reímos, pero Eric se quedó serio.
-         Eric también está aquí... – dije echándome hacia atrás y dejándole a él delante de mí.
-         Gracias, Eric.
-         No hay de qué...
-         ¿Por qué peleaste con ese tipo?
-         Pues... Porque ya había peleado con él antes.
-         ¿En serio? ¿Hace mucho?
-         No... Me hizo gracia la última vez, porque su hijo apareció con la poli, y era uno que estaba con vosotros cuando lo del centro comercial.
-         ¿La “discusión” con tu hermano?
-         Sí. Había uno que parecía tu amigo, pues es el hijo del tío este raro...
-         Se llama Christian – al escuchar el nombre recordé lo del centro comercial y a aquel chico que no dejaba de mirarme (véase capítulo 10) – Yo también tuve un altercado con este señor...
-         El imbécil está metido en todos los líos. Y encima siempre está borracho. A veces pasa por delante de mi edificio. La otra vez me peleé con él porque lanzó una botella de cerveza a la ventana de mi casa y la rompió.
-         Mmm... Entonces, ¿le has pegado sólo para devolvérsela por lo de la botella y la ventana?
-         Bueno... El primer golpe sí fue por eso... Pero luego vi que estabas tú de por medio y... En fin, no soy tan malo como parece.
-         Vaya, acabo de descubrir a un nuevo Tú.
-         Supongo...

La verdad, yo tampoco creí que Eric tuviera un lado bueno y amable.

-         Muchas gracias a los dos, chicos.
-         De nada – dijo Eric.
-         Estamos para lo que necesites – terminé yo.
-         Em... Eric, ¿podrías dejarnos unos minutos a solas?
-         Claro.

Acto seguido salió de la habitación. ¿Qué querría decirme Noa?

Hubo unos segundos de silencio, hasta que ella comenzó a hablar.

-         Steve... Creo que no terminamos bien lo de la última vez...
-         No te preocupes. Sé que no te gusto... Pero necesitaba que supieras que tú sí me gustas a mí.
-         No quiero que estemos mal, o incómodos hablando el uno con el otro.
-         ¿Tú te sientes incómoda hablando conmigo?
-         Para nada.
-         Pues entonces yo tampoco.

Tras esto los dos nos sonreímos mutuamente. Después de aquella conversación, supe que no podría estar con ella, puesto que no teníamos los mismos sentimientos, así que debía de mentalizarme en que sólo éramos, y sólo seríamos amigos.

Estuvimos hablando más rato y yo salí con Eric del hospital a tomar un poco el aire, mientras a ella le hacían unas radiografías o no sé qué. A los minutos llamaron por teléfono a Eric y tuvo que irse. Cuando me quedé solo, justo en un instante creí que se me iba a caer el cielo encima. Quise que me tragara la tierra en ese momento. Sería una coincidencia o algo, pero fue como si un rayo me atravesara de la cabeza a los pies. Allí estaba ella, mi antigua novia, y yo no tenía escapatoria. Ella se acercaba para entrar al hospital y yo salía de este, y cuando me vio la cara se quedó quieta, al igual que yo. Luego se acercó y yo me quedé en el sitio.

-         S... Steve... – musitaba.
-         Rebecca... – dije en voz baja.
-         ¿Cuánto tiempo ha pasado...?
-         Un año ya... ¿No?
-         Es verdad...

Se me hacía difícil hablar. Ella intentaba esquivar mi cara mirando hacia el suelo, o a un lado, pero yo no apartaba la vista de ella. Parecía un sueño...

-         ¿Cómo te va todo? – me preguntó.
-         Pues a mí genial... ¿Por qué vienes al hospital?
-         Me he enterado de que una amiga ha estado en una pelea y... Ha salido malparada. ¿Y tú?
-         Espera, yo también... Un momento, ¿cómo se llama tu amiga?
-         Se llama Noa... ¿Qué ocurre?
-         Eh... yo estoy aquí porque intervine en una pelea... Mi amiga Noa también está aquí...

No podía creerlo... ¿Rebecca y Noa eran amigas?

-         Entonces... ¿Puedes decirme en qué habitación está?
-         No recuerdo el número... Pero sí el piso y los pasillos.
-         ¿Me puedes llevar hasta ella?
-         Claro...

Fuimos hasta la habitación de Noa y la vimos entrando en ella.

-         ¡¡Noa!!
-         ¡Rebecca!
-         ¿Cómo estás?
-         Me duele la cabeza... Pero vengo de hacerme unas radiografías y estoy bien.
-         Me alegro – se abrazaron y al separarse Noa me vio atrás.
-         Steve, mira. Esta es mi amiga Rebecca. Tenía ganas de  presentaros.
-         Noa, el caso es... - comencé a decir.
-         Que nosotros ya nos conocemos – terminó Rebecca por mí.
-         Que... ¿Ya os conocéis?
-         Noa... Ella es Rebecca Ferguson... La chica de la que te hablé hace tiempo...
-         ¿Le hablaste de mí? – dijo Rebecca.
-         Bueno, le conté que trabajaba en un bar y que estuve contigo un tiempo.
-         ¡¡Claro!! ¡¡Por eso me sonaba tu nombre al leerlo en la lista!!
-          ¿Nombre? ¿En una lista? – yo no entendía nada.
-         Me he presentado para el concurso de Factor X.
-         Y como yo trabajo allí durante dos semanas... La conocí cuanto le tocó hacer su casting.
-         Y... ¿Lo pasaste?
-         Con todos los votos.
-         Vaya, me alegro.
-         Gracias.

De verdad que me alegraba por ella. Como había empezado a gustarme Noa intenté borrarla de mi cabeza y alejar esos recuerdos de mí lo máximo posible, pero ahora que Noa... Bueno... Ella no quiere estar conmigo... Y sería imposible volver con Rebecca... Creo que me voy a quedar más solo que nunca.

-         En fin, Noa... Yo ya me voy. Creo que ya te he calentado la cabeza demasiado.
-         Como quieras – dijo riéndose.
-         Adiós – les hice un gesto de despedida con la mano y me fui de allí.


Tras esto llamé a mis amigos y me fui con ellos. Quería despejar la mente un rato.