jueves, 1 de agosto de 2013

31. MI “DÍA FELIZ” (PARTE 2)

NARRA STEVE

Estaba con mis amigos cuando veo una llamada de teléfono. Es Noa:

Llamada telefónica:
-         ¿Noa?
-         ¡¡Steve!!
-         Escucha, siento lo de ayer... – intenté disculparme por lo del día anterior.
-         ¡¡No, escúchame tú!!
-         Me gustas y no sabía cómo decírtelo... – quería expresarle mis sentimientos.
-         ¡¡¡Steve!!! ¡¡¡Escúchame!!!
-         ¿Eh? – estaba muy alterada, así que le dejé hablar.
-         ¡¡¡Eric se está peleando!!!
-         ¿¿Cómo!! ¿¿Dónde está!! – no podía creerlo. ¿En qué lio se habría metido? ¿Y qué hacía Noa de por medio?
-         ¡¡En frente de mi casa!! ¡¡Ven rápido!!
-         ¡¡Voy!!
Fin de la llamada telefónica.

“¿Qué habrá hecho ahora?” pensé.

-         ¿Quién era tío? – me dijo uno de mis colegas.
-         Es una amiga, está en líos. Tengo que irme, ¡os veo luego!

Esto último lo dije corriendo. Me dirigí rápidamente hacia la dirección de Noa. ¿Estaría bien?

Pronto llegué. ¡Noa estaba tirada en el suelo! ¡Y aquel tío! ¡El de la otra vez estaba cogiendo a Eric por la camiseta!

Me dirigí hacia el hombre como una bala y me estampé contra él, haciendo que nos cayésemos. Yo encima de él. Apestaba a alcohol. Me levanté y ayudé a Eric a incorporarse. Había recibido bastantes golpes. Inmediatamente, el hombre se puso en pie, y me amenazó con la mirada. Gruñó y echó a correr hacia mí. Yo le esquivé y le agarré por la espalda. Le di una patada en la pierna por detrás, haciendo que, torpe y bebido, cayese de rodillas al suelo. Le agarré las manos a la espalda y lo tumbé boca abajo. Eric se incorporó y le dije:

-         ¡Dame tu cinturón!

Se quitó el mismo y con él le até las manos, mientras Eric llamaba a la policía. Tras esto fui a ver a Noa, que se encontraba tirada en el suelo, inconsciente.

Comencé a agitarle la cabeza, para ver si despertaba, pero nada. Estaba muy alterado. Lo único que hacía que me calmase era ver que ella respiraba. Tenía algo de sangre en la cabeza. El tío le habrá dado un golpe. La senté y puse su espalda contra la pared. A los pocos minutos llegó la policía. Al tío raro se lo llevaron en un coche patrulla y a ella la metieron en una ambulancia. Eric había dicho por teléfono que había una chica herida. Él y yo fuimos al hospital en la misma ambulancia que Noa. Llevábamos una media hora frente a su habitación, cuando una enfermera salió de ella y nos dijo:

-         La chica está bien. Ha mandado a llamar a sus amigos por teléfono, así que podéis quedaros un rato con ella. Vuelvo en unos minutos.
-         De acuerdo, muchas gracias – dije.

Eric y yo entramos en la habitación.

-         Hola chicos – se la veía muy despierta. Estaba sentada en el borde de la cama, con los pies colgando.
-         ¿Cómo te encuentras?
-         Pues... Con un chichón algo doloroso – ella y yo reímos, pero Eric se quedó serio.
-         Eric también está aquí... – dije echándome hacia atrás y dejándole a él delante de mí.
-         Gracias, Eric.
-         No hay de qué...
-         ¿Por qué peleaste con ese tipo?
-         Pues... Porque ya había peleado con él antes.
-         ¿En serio? ¿Hace mucho?
-         No... Me hizo gracia la última vez, porque su hijo apareció con la poli, y era uno que estaba con vosotros cuando lo del centro comercial.
-         ¿La “discusión” con tu hermano?
-         Sí. Había uno que parecía tu amigo, pues es el hijo del tío este raro...
-         Se llama Christian – al escuchar el nombre recordé lo del centro comercial y a aquel chico que no dejaba de mirarme (véase capítulo 10) – Yo también tuve un altercado con este señor...
-         El imbécil está metido en todos los líos. Y encima siempre está borracho. A veces pasa por delante de mi edificio. La otra vez me peleé con él porque lanzó una botella de cerveza a la ventana de mi casa y la rompió.
-         Mmm... Entonces, ¿le has pegado sólo para devolvérsela por lo de la botella y la ventana?
-         Bueno... El primer golpe sí fue por eso... Pero luego vi que estabas tú de por medio y... En fin, no soy tan malo como parece.
-         Vaya, acabo de descubrir a un nuevo Tú.
-         Supongo...

La verdad, yo tampoco creí que Eric tuviera un lado bueno y amable.

-         Muchas gracias a los dos, chicos.
-         De nada – dijo Eric.
-         Estamos para lo que necesites – terminé yo.
-         Em... Eric, ¿podrías dejarnos unos minutos a solas?
-         Claro.

Acto seguido salió de la habitación. ¿Qué querría decirme Noa?

Hubo unos segundos de silencio, hasta que ella comenzó a hablar.

-         Steve... Creo que no terminamos bien lo de la última vez...
-         No te preocupes. Sé que no te gusto... Pero necesitaba que supieras que tú sí me gustas a mí.
-         No quiero que estemos mal, o incómodos hablando el uno con el otro.
-         ¿Tú te sientes incómoda hablando conmigo?
-         Para nada.
-         Pues entonces yo tampoco.

Tras esto los dos nos sonreímos mutuamente. Después de aquella conversación, supe que no podría estar con ella, puesto que no teníamos los mismos sentimientos, así que debía de mentalizarme en que sólo éramos, y sólo seríamos amigos.

Estuvimos hablando más rato y yo salí con Eric del hospital a tomar un poco el aire, mientras a ella le hacían unas radiografías o no sé qué. A los minutos llamaron por teléfono a Eric y tuvo que irse. Cuando me quedé solo, justo en un instante creí que se me iba a caer el cielo encima. Quise que me tragara la tierra en ese momento. Sería una coincidencia o algo, pero fue como si un rayo me atravesara de la cabeza a los pies. Allí estaba ella, mi antigua novia, y yo no tenía escapatoria. Ella se acercaba para entrar al hospital y yo salía de este, y cuando me vio la cara se quedó quieta, al igual que yo. Luego se acercó y yo me quedé en el sitio.

-         S... Steve... – musitaba.
-         Rebecca... – dije en voz baja.
-         ¿Cuánto tiempo ha pasado...?
-         Un año ya... ¿No?
-         Es verdad...

Se me hacía difícil hablar. Ella intentaba esquivar mi cara mirando hacia el suelo, o a un lado, pero yo no apartaba la vista de ella. Parecía un sueño...

-         ¿Cómo te va todo? – me preguntó.
-         Pues a mí genial... ¿Por qué vienes al hospital?
-         Me he enterado de que una amiga ha estado en una pelea y... Ha salido malparada. ¿Y tú?
-         Espera, yo también... Un momento, ¿cómo se llama tu amiga?
-         Se llama Noa... ¿Qué ocurre?
-         Eh... yo estoy aquí porque intervine en una pelea... Mi amiga Noa también está aquí...

No podía creerlo... ¿Rebecca y Noa eran amigas?

-         Entonces... ¿Puedes decirme en qué habitación está?
-         No recuerdo el número... Pero sí el piso y los pasillos.
-         ¿Me puedes llevar hasta ella?
-         Claro...

Fuimos hasta la habitación de Noa y la vimos entrando en ella.

-         ¡¡Noa!!
-         ¡Rebecca!
-         ¿Cómo estás?
-         Me duele la cabeza... Pero vengo de hacerme unas radiografías y estoy bien.
-         Me alegro – se abrazaron y al separarse Noa me vio atrás.
-         Steve, mira. Esta es mi amiga Rebecca. Tenía ganas de  presentaros.
-         Noa, el caso es... - comencé a decir.
-         Que nosotros ya nos conocemos – terminó Rebecca por mí.
-         Que... ¿Ya os conocéis?
-         Noa... Ella es Rebecca Ferguson... La chica de la que te hablé hace tiempo...
-         ¿Le hablaste de mí? – dijo Rebecca.
-         Bueno, le conté que trabajaba en un bar y que estuve contigo un tiempo.
-         ¡¡Claro!! ¡¡Por eso me sonaba tu nombre al leerlo en la lista!!
-          ¿Nombre? ¿En una lista? – yo no entendía nada.
-         Me he presentado para el concurso de Factor X.
-         Y como yo trabajo allí durante dos semanas... La conocí cuanto le tocó hacer su casting.
-         Y... ¿Lo pasaste?
-         Con todos los votos.
-         Vaya, me alegro.
-         Gracias.

De verdad que me alegraba por ella. Como había empezado a gustarme Noa intenté borrarla de mi cabeza y alejar esos recuerdos de mí lo máximo posible, pero ahora que Noa... Bueno... Ella no quiere estar conmigo... Y sería imposible volver con Rebecca... Creo que me voy a quedar más solo que nunca.

-         En fin, Noa... Yo ya me voy. Creo que ya te he calentado la cabeza demasiado.
-         Como quieras – dijo riéndose.
-         Adiós – les hice un gesto de despedida con la mano y me fui de allí.


Tras esto llamé a mis amigos y me fui con ellos. Quería despejar la mente un rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario