Noa,
esa soy yo. Una chica Malagueña, de 16 años, a la que todo el mundo tomaba como
“la niña esa”; la empollona; la que nunca ha suspendido un examen, ni nunca ha
roto un plato; la que siempre le hace la pelota a los profesores; simplemente
eso, la “rara”. Sólo tengo dos amigas: Isabel (aunque siempre la llamamos Isa)
y Estefanía. Ellas son mis mejores compañeras, porque llevamos desde los tres
años juntas, cuando aún estábamos aprendiendo a leer las vocales. Las únicas a
las que necesito en mi vida. Nadie quería acercarse a nosotras en el patio del
colegio, nos tenían, digamos, “apartadas”.
Yo soy
feliz en lo máximo posible; tengo dos padres, una perra, Lupa, y tres hermanos:
uno mayor, y una hermana y un hermano menores. Todos ellos me quieren mucho. Mi
hermano mayor vive con mi abuela, en el mismo edificio que nosotros, solo que
en distinto piso. Mi casa no era muy grande, pero estaba muy bien decorada, y
eso hacía que pareciese más extensa. A mí siempre me han apasionado varias
cosas: la primera, los animales, sobre todo los marinos. La segunda, dibujar.
Cuando tenía un rato libre, dibujaba y dibujaba sin parar. Todo lo que saliera
de mi mente, lo plasmaba en el papel. Y lo tercero, y que más me ha gustado
siempre, es la música. Cantar, bailar… Daba igual. Si está relacionado con
la música, me gusta. Uno de mis sueños había sido siempre ser una gran artista,
y si no, al menos trabajar con grandes estrellas. Yo veía ese sueño casi
imposible de conseguir, pero claro, eso era cuando no tenía ni idea de lo que
estaba a punto de ocurrir...
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