lunes, 2 de septiembre de 2013

35. UNA NOTICIA...

PARA LEER ESTE CAPÍTULO ESCUCHEN ESTA CANCIÓN:


Descubrí el por qué Louis y Niall no habían ido a verme al hospital. Uno incomunicado, teléfonos rotos y apagados. El otro que ni podía hablar de la risa... Pero, ¿qué hay de Liam? La última vez que lo vi fue el día anterior al irse a celebrar con su familia el que le hubieran aceptado para Factor X. ¿Qué razón había para que no hubiera venido a verme?

Es martes trece por la tarde. Voy a llamarle.

*Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*

No contesta.

Vuelvo a marcar el número. Tal vez me haya equivocado.

*Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*         *Piiiiiiiii*

Sigue sin contestar.

Decido volver a casa. Comienza a hacer frío y estoy en manga corta. Mientras tanto le escribo un mensaje a Liam, en el que dice lo siguiente:

Hola Liam, soy Noa. No quiero acosarte ni nada pero, ¿dónde estás? ¿Por qué no contestas a mis llamadas? Ayer tuve un incidente con un tipo y estuve en el hospital toda la tarde desde que salí del trabajo, es decir, desde que te vi por última vez. Sé que es una tontería, pero estoy algo preocupada. Tal vez no sea nada, pero... Llámame cuando leas este mensaje, por favor. Besos.

Tras enviárselo sigo andando tranquilamente.

De repente noto cómo una pequeña gota me cae en la mejilla derecha, junto a la nariz. Miro al cielo. Otra gota aterriza sobre mi frente. Nubes grises acompañadas de una espesa niebla lo inundan todo a la vista. Iba a comenzar uno de los fenómenos más comunes allí en Londres, Inglaterra: una tormenta.

Acelero el paso. Mi casa no está lejos, pero no quería coger un resfriado. La niebla cada vez se vuelve más densa y es difícil ver algo a más de tres metros de distancia. Es increíble cómo puede cambiar el tiempo en cuestión de minutos.

Cruzo un paso de cebra cuando, en un segundo y casi sin darme cuenta, un coche frena a pocos centímetros de mí. La conductora, una mujer adulta, se baja del vehículo y se asegura de que estoy bien.

Tras esto continúo mi camino a casa. Sólo me falta cruzar una plaza con una fuente, y dos calles.

Cada vez hace más frío y llueve más intenso, así que comienzo a correr. Finalmente llego a la plaza.

-         ¡Achís!

Estornudo. Torpemente tropiezo con una piedra y caigo al suelo, raspándome las rodillas. Escuecen, pero la lluvia hace que no sangre demasiado.

“Cuando llegue a casa me curaré” pienso.

Me levanto y continúo andando, cuando diviso la fuente, y una figura sentada en el borde.

Decido acercarme.

-         ¿Liam?

Se encontraba con los codos en las rodillas y las manos tapando su rostro. Está llorando.

-         ¡Liam! ¿Qué haces aquí?

Liam levanta la cabeza para verme. Me quedo frente a él. Vuelve a bajar la cabeza, y mira al suelo.

Me agacho y le aparto el pelo mojado de la cara.

-         ¿Qué te ocurre Liam? ¿Por qué estás aquí? Y así...

Liam intenta responder, pero vuelve a recaer en las lágrimas, que aparentemente se camuflan con las miles de gotas que resbalan sobré él.

Le levanto pero se niega a andar. Sólo se queda de pie, dejando que la lluvia caiga sobre él.

Le abrazo. No tengo ni idea de lo que le sucede, pero lo único que se me ocurre es abrazarle. Él reacciona y me abraza también. Con mucha fuerza. Sigue llorando sobre mi hombro.

Termina por separarse. Le agarro de la mano y tiro de él para conducirlo hasta mi casa. Vamos lentamente. Llegamos en un par de minutos.

Abro rápidamente el portal y entramos dentro, estando ya por fin a salvo de la lluvia.

Él no dice nada, y yo tampoco. Mira al suelo, y se limita a andar sólo si yo tiro de su brazo. Subimos hasta mi casa y cojo dos toallas, una para cada uno. Primero me seco el pelo, y luego el resto del cuerpo, por encima de la ropa. Liam no hacía nada. Se sentó en el sofá y siguió con la cabeza baja.

Terminé de secarme rápidamente y me puse un pijama improvisado. Luego agarré la otra toalla, y me senté en el salón, junto a él. Comencé a secarle la cara. Lágrimas brotaban de sus ojos, enrojecidos, mirando hacia la nada. Luego seguí por la melena. Tras esto el cuello y la camiseta por encima. Dejo la toalla a un lado y le pregunto.

-         ¿Qué te ocurre, Liam?

Él dirige su mirada hacia mis ojos, y por fin habla.

-         Hoy me han dado una noticia...
-         Dime, ¿qué noticia?
-         Mi abuela... Ha muerto.

Ahora lo entiendo.

-         Lo... Lo siento mucho.

Vuelvo a abrazarle y él me corresponde una vez más. Esta vez no llora. Simplemente me abraza, como si de alguna manera pudiese transmitirle fuerza. Parece que se sintió mejor.

-         ¿Quieres quedarte esta noche?
-         ¿No te importa?
-         En absoluto.
-         Gracias.

En ese instante Liam se acerca a mí y me da un tierno beso, al que yo correspondí.

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